Parecía un despropósito que Joe Vasconcellos estuviera seis años sin grabar un álbum en estudio - el último fue "Transformación" (1997)- sobre todo porque a fines de los noventa había alcanzado la cúspide comercial de su carrera. Pero el paso del tiempo estuvo lejos de hacerle daño. Ahora está de vuelta con su quinto disco, donde muestra que, en esencia, sigue siendo el mismo. Perduran su búsqueda de sonidos chilenos y latinoamericanos, las letras con mirada positiva aunque algo más introspectiva, y la constante presencia cadenciosa del reggae, la música brasileña y el acento en las percusiones. Lo especial es que logra imprimir su carácter dentro de un trabajo musicalmente ecléctico, que abarca desde la cumbia hasta la ranchera, y con una riesgosa sobrecarga de invitados que incluye, entre otros, a Tommy Rey, el chinchinero Manuel Lizana, Los Llaneros de la Frontera, la cantante sudafricana Lunswiga Plaatjies y Pancho Sazo, vocalista de Congreso. Quizás se siente la ausencia de éxitos inmediatos como en "Toque" (1995) y "Transformación", pero hay buenas melodías y arreglos, versatilidad y, principalmente, oficio.
Raúl Márquez M.
