Heroes
El culto a la personalidad parece ser connatural a lo que genéricamente se conoce como el rock. Llevando las cosas más lejos, uno podría decir que sin esta fijación esto sería algo absolutamente irrelevante como fenómeno masivo. Esto de los héroes rockeros, con todas sus variantes imaginables, desde aquella que combina cuotas equivalentes de tragedia y ridículo, hasta esas larguisímas listas de mártires y sobrevivientes, sostienen todo el enorme y millonario aparato en el que se ha convertido el rock. Para vender montañas de discos hacen falta, entre otras cosas, una o más personas con una postura determinada - desafiante, satírica o cínica- , una cara bonita o increíblemente fea, peinados curiosos, cicatrices y miles de páginas de historias turbulentas de despilfarro, drogas, sexo. Sin todo eso, esta variante de la música popular sería algo tan aburrido como la música de los ascensores o la radio "El Conquistador".
Estos dos discos que forman "Heroes" se aprovechan de toda esta historia de heroísmo musical y se presentan como una selección de algunas de estas figuras. La selección es muy curiosa porque hay de todo. Esta es la gracia de los discos, ya que cualquier aficionado tiene su propio equipo soñado de individuos que según su criterio proyectan todo lo que para él significa ser un auténtico rockero. La mejor pinta, la mejor disposición para fracasar y perder, el mejor desprecio por la vida o el sistema y la mejor resistencia física para vivir una vida desbordada de drogas y sexo, todo eso combinado con bolsas de dinero y una gigantesca industria de respaldo. Por esto mismo no es conveniente ser exageradamente quisquilloso con el criterio de selección aplicado en este caso y tomarlo con menos gravedad y más humor.
Aquí hay mártires como Jim Morrison, Janis Joplin, Sid Vicious y John Lennon; sobrevivientes como Dylan, Van Morrison, Patti Smith, Tom Waits y Lou Reed; individuos de pasado glorioso y presente más bien dudoso, como Rod Stewart y Elton John, además de una categoría intermedia de sujetos con cierto aire de culto. Cada uno encontrará aquí a más de uno de sus súper amigos personales o echará de menos a otros que faltan. El problema es la presencia de algunos individuos que aparecen con la camiseta heroica y que probablemente sorprendan e incluso irriten al lector proclive a formar estos santorales. Legítimamente, alguien se preguntará qué hacen aquí Alanis Morrisette, Meat Loaf o Robin Williams, mientras que otro furibundo, podrá preguntarse por qué no pusieron a Pablito Ruiz. Sin embargo, como se dijo, la gracia y lo divertido de estos discos está en la variedad de la selección, por arbitraria que parezca (EMI, 2003).
M. S. Q.