Volcano
Es curioso que con tan pocos discos grabados Edie Brickell haya podido convertirse en una figura popular de cierta prominencia, tomando en cuenta que después de un comienzo auspicioso, junto a los “New Bohemians” su carrera ha ido diluyéndose poco a poco. Tal vez será porque su voz es demasiado reconocible o porque las radios locales nunca han dejado de pasar las canciones que le dieron fama y reconocimiento a fines de los años ochenta, algo que puede haberse intensificado en medio de la fiebre nostálgica por la música de los ochenta que se ha propagado en el último tiempo.
Llegaron a pasar diez años en los que la Brickell estuvo en silencio y probablemente nadie la echó de menos. Según cuentan fuentes pretendidamente informadas en estos últimos diez años Edie Brickell estuvo dedicada a la vida familiar - está casada con el guapetón de Paul Simon de quien tiene un hijo- y a tomar lecciones de guitarra - que harta falta le hacían. Ahora regresa con su tercer empeño solista titulado “Volcano”. Y tal vez sea precisamente porque nadie verdaderamente la esperaba de vuelta que “Volcano” suena tan bien. La verdad es que este disco puede ser una buena sorpresa para los que habían olvidado la existencia de la señora Brickell o que la daban por desaparecida. Particularmente para los treintañeros que alguna vez disfrutaron con “What I am”.
Para grabar “Volcano”, Edie Brickell tuvo la brillante idea de llamar al guitarrista y compositor Charlie Sexton para que oficiara de productor y multinstrumentista. Sexton es un músico, que a sus cortos años tiene un currículum apabullante: fue un niño prodigio en Austin, donde fue apadrinado por algunos de sus bluseros ilustres como el recordado Steve Ray Vaughan y no pasaba de los veinte años y ya había tocado acompañando a gente tan importante como Bob Dylan, Keith Richards y Ron Wood.
“Volcano” tiene, como todo en la vida, sus momentos lateros pero la impresión general es mejor. Trae por lo demás algunos chispazos de gloria entre los que pueden señalarse “Once in a blue moon”, “Volcano” y “Not saying goodbye”. El disco significa un cambio de giro estilistico para Edie Birckell. Como suele ocurrir tiene un aire americano tradicional con aires de blues y folk, pero el impecable trabajo de guitarras de Sexton logra un sonido de una textura más espesa en la que se desenvuelve muy bien la inconfundible voz de Edie Brickell, cantando sus propias canciones de mujeres salvajes que recorren la carretera, historias sentimentales inconclusas o que no han terminado muy bien y algunos recuerdos infantiles. La buena mano de Sexton logra que todo ese repertorio algo tópico adquiera un aire más dramático y suene convincente. Universal/Chery, 2003.
M.S.Q.