Room on Fire
Sube el líquido del éxito, pero el fuego del rock neoyorquino no se apaga. Y es probable que no lo haga por un buen rato si sus cultores siguen publicando discos así de incendiarios e indómitos. La mejor noticia de
Room on fire es que parece aún más urgente y ruidoso que el megapublicitado debut
Is this it? (2001), lo cual habla bien de estos cinco músicos y su descreimiento de las imposiciones de la fama. La misma base eléctrica y acelerada que le dio a su primer álbum categoría de hito –por cómo devolvió el sentimiento punk perdido tras Nirvana a las preferencias del público joven- mantiene acá el entablado crudo y austero que es ya marca de uno de los grupos favoritos de la crítica estadounidense.
Ni sus fanáticos conversos se decepcionarán con la extensión de una fórmula que es aún estimulante, ni los que se acercan por primera vez podrán alegar que en Strokes hay sólo una máquina publicitaria. Si así fuera, hubiésemos visto en este disco bases hip-hop, colaboraciones con quizás qué estrella cubana o una remezcla a cargo de cualquier DJ cesante. Muy por el contrario,
Room on fire parece, por momentos, un disco que intencionalmente busca incomodar, acelerado hasta lo frenético y apenas cuidadoso con el oído ajeno: la voz de Julian Casablancas sólo aporta más frialdad y crudeza, modulando como con hastío versos antipáticos, insoportablemente “cool”: “
no me desaceleres si voy muy rápido” (“Reptilia”), “
nunca necesité a alguien / y no voy a cambiar ahora, nena” (“Between love & hate”), “
sólo fuimos dos amigos lujuriosos / y eso no significa mucho” (“Meet me in the bathroom”). Guapo, rico y neoyorquino, Casablancas vuelve a encarnar el mito del roquero deseado, lejano y displicente; un rol tradicional que no había a quién adjudicarle -¿Fred Durst? ¿Eminem?- y que puede ser muy grato si se toma con el humor con el que debe tomarse el mejor rocanrol. La masa densa y poderosa que ofrece este álbum es la de una obra de carácter, que avanza rápidamente sin repetir ni equivocarse, dejando al auditor tan energizado como cuando escucha Yeah, Yeah, Yeahs, Ramones o Blondie. Las referencias variadas en tiempo se unen en un mismo sonido; lleno de deudas, es cierto, pero familiar a quien aprecie la electricidad compacta y hermosa que puede, a veces, sintetizarse en una canción pop de tres minutos.
Marisol García C.
The Strokes, "Room on fire" (2003, RCA/BMG)
1.What Ever Happened?, 2.Reptilia, 3.Automatic stop, 4.12:51, 5.You talk way too much, 6.Between love & hate, 7.Meet me in the bathroom, 8.Under control, 9.The end has no end, 10.The way it is, 11.I can't win.
Duración: 32:59
Integrantes: Julian Casablancas (voz), Nick Valensi (guitarra), Albert Hammond Jr. (guitarra), Nikolai Fraiture (bajo), Fab Moretti (batería).
Producción: Gordon Raphael |