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Body language

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
Body language

Incesantes beldades han intentado inspirar lástima explicando el karma que afecta a las rubias: nadie parece tomarlas en serio. Lo sabe Kylie Minogue, víctima habitual de los voraces tabloides británicos y estrella pop en incesante búsqueda de credibilidad luego de inicios discutibles a cargo de teleseries australianas y canciones majaderas. Hacia fines de los años 80, pocas cosas podían ser tan irritantes como esos videos color pastel que la mostraban toda ingenua repitiendo “I should be so lucky / lucky, lucky, lucky” con voz aguda. Su insoportable levedad parecía incompatible con la estrella sofisticada y misteriosa en que la ha convertido el tiempo y la persistencia.

La historia de Kylie es la de la reivindicación, un concepto clave en la lógica pop como bien lo han entendido desde Madonna hasta John Travolta. Su creciente calidad es parte de su identidad y de su valor, y el argumento que hay que probar una y otra vez para justificar su estatus como gran diva europea del pop electrónico ante quienes aún puedan permanecer escépticos. Desde Light years (2000), enfrentarse a los discos de Kylie Minogue es casi siempre una aventura de calidad garantizada. Ella pone el cuerpo y la voz, y un equipo de talentosos productores y compositores, el resto. Habiendo tanto dinero de por medio, no hay detalles dejados al azar. Cada álbum es un compendio de lo mejor de las nuevas técnicas de estudio, de las máquinas de secuencias más avanzadas, de los guiños de producción más ingeniosos, de las canciones más duramente testeadas para gustar al mayor número de personas. Björk es una creadora alucinante. Madonna, una ejecutiva empeñada en ser considerada una artista. Pero Kylie no tiene más pretensión que seducir a través de un pop de manufactura intachable, confiada en un equipo que logra lo que no han logrado los recientes asesores de Britney o Christina: que tan evidente ansia masiva parezca, a la vez, sofisticada y personal.

Detrás de toda gran diva existe siempre un gran afroamericano. El hombre aquí es Kurtis Mantronik, aplaudido rapero jamaicano con experiencia junto a Shirley Bassey, Fatboy Slim y Groove Armada. Su opción (y la del resto del numeroso equipo) no es, necesariamente, la de construir un disco bailable, sino adaptar el canon de pop electrónico a canciones de gran cuidado en las texturas, creando así un trabajo sugerente y elegante. En comparación con Fever (2001), éste es un álbum muchísimamente más calmo, y hasta experimental. Hay citas sutiles pero atrevidas a géneros de vanguardia, como el electroclash, y se exige del auditor una atención más detenida. A algunos podrá parecerles más aburrido, pero sólo un hiperkinético no entenderá el placer que tiene aburrise así de vez en cuando.


Marisol García C.

Kylie Minogue, "Body language" (2003, Parlophone/EMI)

1.Slow, 2.Still standing, 3.Secret (take you home), 4.Promises, 5.Sweet music, 6.Red blooded woman, 7.Chocolate, 8.Obsession, 9.I feel for you, 10.Someday, 11.Loving days, 12.After dark.

Duración: 47:51
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