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Mahler: “La Canción de la Tierra”

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
Mahler: “La Canción de la Tierra”

Debe haber una cincuentena de grabaciones de esta obra escrita en su mayor parte en 1908 y estrenada tres años después por Bruno Walter, con textos de poemas chinos traducidos al alemán. Está escrita para tenor, contralto y orquesta, y consta de seis partes, en las que se alternan ambos solistas. El tenor se hace cargo de los movimientos impares (“Brindis por la miseria de la Tierra”, “De la juventud” y “El borracho en primavera”) y la mezzo, de los pares (“El solitario en otoño”, “De la belleza” y “La despedida”). La última parte, la más extensa, comienza con un sobrecogedor preludio orquestal, espléndidamente instrumentado, como toda la obra, y culmina con una serie de “Ewig... Ewig...” de suprema belleza. Es una lástima no disponer de mayor espacio para referirnos a una obra que, a nuestro juicio, es la culminación de la contribución mahleriana a la música. Creemos que no sólo supera a todas y a cada una de sus nueve (o 10, como se quiera) sinfonías, sino que representa la cumbre del género en el siglo XX, quizá sólo superada por las “Cuatro últimas canciones” de R. Strauss.

En esta obra son tan fundamentales el director como ambos solistas. Aquí, Jochum confirma haber sido de los más grandes de su generación, con una versión vital tanto en los momentos de gran intensidad orquestal como en los más reservados, sacando partido de las cualidades de un conjunto tan sobresaliente como el holandés; las intervenciones de algunos de sus solistas, especialmente de los vientos, son una gloria para los oídos. Nan Merriman es una muy destacada mezzo estadounidense, que grabó óperas verdianas y mozartianas y que incursionó con éxito en el campo del Lied. Tal es su afinidad con esta obra de Mahler que la grabó tres veces. No tiene el peso y la suntuosidad de Kathleen Ferrier, una contralto absoluta (nuestra preferida en la versión de Walter) o de la insigne Jessye Norman, una soprano, ni el color de Janet Baker, pero se impone por lo asombrosamente parejo de su canto en todo el registro y su musicalidad. Haefliger es un tenor suizo de dilatada carrera discográfica, distinguido en los más variados géneros vocales. Si no tiene la belleza de Fritz Wunderlich, se destaca por la enjundia con que afronta los difíciles pasajes heroicos en una tesitura tan alta y riesgosa y por la musicalidad desplegada a lo largo de un rol tan exigente (por lejos supera a Patzak en el registro de Walter). En resumen, una de las tres mejores versiones de las que conocemos en grabaciones comerciales. Editado como CD, en 2001 Un disco Deutsche Grammophon. DDD.

Víctor Manuel Muñoz
EL COMENTARISTA OPINA
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