The Willisau Concert
Intact (www.intactrec.ch) CD 072(67’34”)
“Willisau Concert: Part1, Part 2, Part 3, Part 4, Part 5”. Solos de piano creados e interpretados por Cecil Taylor. Grabaciones realizadas el 3 de septiembre de 2000, durante el festival de jazz de Willisau, en Suiza.
Para estar vigente, todo arte necesita de una vanguardia que esté permanentemente empeñada en romper sus límites. La vanguardia es un eslabón vital del ciclo evolutivo: en el peor de los casos cumple su tiempo de vida sin dejar descendencia, pero a menudo aporta elementos que se incorporan a la corriente principal y contribuyen a su continua evolución. A mediados del siglo veinte, Cecil Taylor, nacido en Nueva York el 15 de marzo de 1933, desafió el estricto sistema de estructuras que los jazzistas venían usando desde los albores de esa forma musical. Aun cuando es innegable que ese sistema -aparentemente tan limitado- ha permitido crear algunas de las obras más bellas de la música del siglo veinte, en el jazz - simplificando bastante el concepto- aparte de algunas introducciones, pequeñas modulaciones y codas, la esencia de una obra consiste de variaciones construidas sobre estructuras totalmente rígidas, como son la de doce compases de los blues o la de treinta y dos compases de muchas canciones populares. Taylor -prolijamente entrenado en los mejores conservatorios musicales de Nueva York y Boston- empezó a desarrollar líneas melódicas que, además de emplear atrevidas disonancias, no se ciñen a medidas fijas. En su época eso causó gran escándalo, y los rechazos a su música fueron y siguen siendo violentos. Sin embargo, a estas alturas, ya hay que aceptar que ese artista, que aún está vivo, ha sido por lo menos consistente y honesto en su trabajo. El CD que hoy comentamos, grabado por el pianista después de una vida en que jamás ha hecho concesión alguna en su arte, es una espléndida muestra de lo que, aun después de medio siglo, sigue siendo la vanguardia más atrevida del jazz. La música de Cecil Taylor no está muy lejos de la vanguardia de la música que, por falta de un nombre más preciso, llamamos “clásica”, pero sólo alguien formado como jazzista es capaz de producir la increíble energía rítmica que Taylor despliega en este álbum. Hay que destacar aquí también la espectacular calidad de sonido que el sello suizo Intact ha logrado para reproducir el registro de este concierto, una fidelidad como raramente se escucha en grabaciones de piano.
J. Hosiasson