Cuando Lucybell registró Amanece, hace cuatro años, el pasado aún le pesaba. El divorcio de dos de sus integrantes originales (Marcelo Muñoz y Gabriel Vigliensoni) todavía se podía sentir en un disco que no se atrevía a exorcizar fantasmas. La electrónica deambulaba innecesaria por su música, reclamando un protagonismo que la banda chilena no se convencía de conceder.
Con Lúmina el trío al fin asumió sus contornos. El primer trazo, desde la implorante "Sálvame la vida", redefine para Lucybell la vieja trilogía guitarra, bajo, batería. Los espacios que en el pasado habrían colmado largos y etéreos fondos de sintetizadores —una práctica que llegó a ser adictiva y empalagosa en Lucybell—, ahora son habitados por sencillos parajes de guitarras acústicas.
La feminidad tan característica de la banda sigue intacta y eficaz en canciones como "Hoy soñé", donde la voz de Claudio Valenzuela revolotea al borde del falsete para declamar: "si juntos somos / como Dios / yo sé podré borrar / lo que tú recuerdas". El gesto innecesario e incomprensible lo inscribe el baterista Francisco González, quien prueba su pluma y voz en tres cortes. Con la excepción de "Ojos del silencio", un mediano ensayo de pop melancólico, su aporte compositivo no pasa de la anécdota y es un tropiezo para un disco lúcido, simple y directo, que probablemente encontrará su mejor hábitat en vivo.
Marcelo Contreras