“Canciones rusas”
Mussorgsky, Tchaikovsky, Prokofiev
G. Vishnevskaia / M. Rostropovich / I. Markevitch.
Colección “The early years”, Philips, edición 1995.
Hay que leer para asimilar este disco. Pero no leer sólo los poemas de Pushkin, Tolstoi, Grekov y Anna Akhmatova puestos en música: también hay que conseguirse de inmediato “Galina”, la entretenida, bien escrita y sobrecogedora autobiografía de la Vishnevskaia, que sumerge en el mundo ruso, en su doloroso proceso y en la increíble aventura de su carrera.
Los anfitriones son la legendaria “Callas rusa”; Mstislav Rostropovich al piano y no como cellista ni como director; el maestro Igor Markevitch, y la Russian State Symphony Orchestra. El menú fue preparado por Mussorgsky, Tchaikovsky y Prokofiev.
La riqueza musical de la lengua y la curva expresiva de sus frases dan cuenta de una cultura cuyo espíritu melancólico sabe que la felicidad es suntuaria, un estado incierto aunque posible. El folclor más crudo está tomado de una oreja por Mussorgsky, que alterna el lirismo culto de “¿Dónde estás, querida estrella?” con la energía popular y humorística de “Scallywag”. Como un maestro de lo macabro destella el compositor de “Boris Godunov” en “Canciones y danzas de la muerte”, ciclo que comienza con una canción de cuna: la primera frase es “El niño gime” y Vishnevskaia, en un prolongado parlato, va desde la oscuridad hasta la desesperación para rogarle al chico que se calle. Las partituras del Opus 6 de Tchaikovsky son intensas y pendientes del Lied alemán, mientras que los textos de Akhmatova que inspiraron a Prokofiev apelan a aspectos en que Galina es imbatible: acceso a las sutilezas de las palabras, musicalidad y control dinámico. Ante tamaño portento artístico, al marido Rostropovich y al director Markevitch no les queda más que responder a la altura. De colección.
Juan Antonio Muñoz H.