Medúlla
Es esencialmente contradictorio enfrentar los pasos artísticos de Björk desde el prejuicio. Hace poco un comentario calificaba este disco de “caricatura”. ¿De qué? Limitar a la islandesa a un par de chillidos agudos y un vestido de cisne habla mal de quien la enjuicia. Basta haber seguido —incluso superficialmente— su trayectoria desde el fin del grupo Sugarcubes para valorar a la cantautora como una de las escasas figuras musicales que entienden el pop como un asunto de propuesta. Incluso artistas plásticos siguen a esta mujer que hace rato publica discos más interesantes que los últimos de Bowie, U2 y Madonna. No hay por qué adherir ciegamente a su música exigente. Pero sí agradecer la oportunidad de conocerla.
Medúlla es un disco sorprendente, incluso más que los ya atrevidos álbumes que Björk viene publicando (sola y adulta) desde 1993. No es un álbum fácil ni alegre, y la delicadeza con que fue grabado puede parecerle al auditor un poco intimidante, incluso. Es un disco frágil en extremo, donde la voz muchas veces queda como la única invitada a una celebración que huele a noche, espíritu e introspección. Aunque algunas notas de prensa adelantaban que se trataría de un disco
a capella, la Gundsmundöttir ha incluido aquí algunos instrumentos, aunque son timbres secundarios al lado de una sorprendente trabajo de experimentos vocales que amplían las capacidades de la garganta humana a través de efectos electrónicos y
samplers. El resultado es cautivante. Hay canciones en que las voces cumplen la función de la percusión, y otras en que brindan un colchón suave de suspiros sobre el cual descansa la voz de Björk. Estamos hablando de un trabajo extraordinario, que escapa por completo a los códigos del pop. Mantiene parte del tono cavernoso y húmedo que a veces transmitía
Vespertine su anterior disco, pero lleva esa sugerencia a límites inauditos, para los cuales no se nos ocurren comparaciones (¿Kate Bush, quizás? ¿Nico? ¿El post-rock?).
Tampoco es un disco autista. Björk invita a varios colaboradores (Mike Patton y el productor Mark Bell, entre ellos), pero los somete a su concepción única de lo que debe ser este trabajo inclasificable. Hay canciones en islandés, y mensajes en inglés que casi siempre tienen que ver con el amor de pareja, la maternidad y la paz interior. Es totalmente legítimo calificar este disco de “raro”, “exigente”, “emsimismado”; pero Björk demuestra una vez más una valentía artística que un auditor sensible no puede sino querer conocer.
Marisol García C.
Björk, "Medúlla" (2004, Elektra/Universal)
1.Pleasure is all mine, 2.Show me forgiveness, 3.Where is the line?, 4.Vokuro, 5.Oll Birtan, 6.Who is it, 7.Oceania, 8.Submarine, 9.Sonnets/Unrealities XI, 10.Desired constellation, 11.Ancestors, 12.Mouths cradle, 13.Mivikudags, 14.Triumph of a heart.
Duración: 45:65
Björk: programaciones, piano, sintetizadores, bajo, arreglos de coros, voz principal.
Invitados: Mike Patton, Robert Wyatt, Matmos (programaciones), Rahzel (beats), Dokaka (beats).
Producción: Björk, Mark Bell. |