The best of Holly Cole
Holly Cole debería sacar algún provecho del reciente éxito de cantantes como Diana Krall y la pequeña Norah Jones. Merece un reconocimiento porque se anticipó a estas nuevas divas en hacer ese híbrido, mezcla de pop y blues desde una base jazzística que las hecho tan ricas y famosas a ambas. Incluso, sin pretender empezar un debate de comparaciones que tal vez podrá llegar demasiado lejos; pero con evidente mala leche, puede decirse incluso que Holly Cole canta harto más bonito que las dos. Es entonces un afán justiciero el que justifica que este disco que ya tiene sus años salga del cajón de los trastos y contribuya a que se recuerde a la postergada Cole que debiera ocupar el lugar privilegiado que merece, si es que las rutilantes Jones y Krall le hacen un hueco en la cumbre.
El disco reúne lo mejor de Holly Cole hasta el año 2000 y puede considerarse como una muestra representativa del trabajo que la cantante hacía hasta la fecha y que ha seguido haciendo con los años, con buen reconocimiento crítico y moderada popularidad. Holly Cole ha perseverado en la fórmula que probó desde sus orígenes, combinando standards del repertorio jazzístico tradicional con cuidadosas incursiones en el pop, todo esto presentado por el trío que formó junto a Aaron Davis en el piano y David Piltch en el bajo. La voz de Cole es la arquetípica de una cantante norteamericana de la posguerra, rasgada y aterciopelada a la vez. Las atmósferas que construye junto a sus acompañantes son cuidadosamente retrógradas y nocturnas, oscilando entre lo sombrío y lo exultante. Este disco muestra su faceta más cercana al repertorio pop contemporáneo. Hay tres covers de Tom Waits, uno de Lennon y McCartney entre otros. A comienzos de los noventa pareció extraño que una cantante de jazz grabara canciones de Waits, cuando lo hicieron Diana Krall y Norah Jones a todos les pareció de lo más normal.
M.S.Q