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From a basement on a hill

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
From a basement on a hill

Como dos de los mejores cantautores que trabajaron en Estados Unidos durante los años noventa, Jeff Buckley y Elliott Smith compartieron muchas cosas, y entre ellas el morirse sorpresivamente en medio de la grabación de un muy esperado disco; el primero de un ahogo que pareció suicidio; el segundo, de cuchillazos en el pecho que nunca lo parecieron (por mucho que así lo asegure su novia). Tal como Buckley (con el muy recomendable Sketches for my sweetheart, the drunk), Smith demuestra ahora que al morir trabajaba en algunas de las mejores canciones de su discografía. Qué doloroso resulta alabar a un cantautor de manera póstuma, pero es lo que casi todos los comentaristas occidentales se han visto obligados a hacer al recibir este disco, presencia fija en la lista de “mejores del 2004”.

Se supone que ésta no había sido una grabación sencilla. Smith pasó por varios productores, sin lograr ajustarse con ninguno. Su muerte dejó en manos de su familia la decisión de con quién terminar el trabajo inconcluso. Ha habido un gran debate sobre la conveniencia de su elección de Rob Schnapf, el ingeniero que hizo casi todos los discos de Smith, pero con el cual el cantautor se peleó para siempre poco antes de grabar estas canciones. Habría que entrar a leer biografías y documentos para saber si este resultado corresponde o no a los últimos deseos de Smith para su música, pero es indiscutible que From a basement on a hill es un disco representativo del tono general que asumieron sus discos en vida: triste, introspectivo, melódico, bien guitarreado. Se trata de un disco diverso, que cita varias veces arreglos que uno podría calificar de psicodélicos, para luego calmarse en baladas con apenas una guitarra semiacústica. De vez en cuando, como en la preciosa “Twilight”, esa calma es reforzada por violines. Pese a su carga de melancolía, es música cálida; y que llega al oído con la amabilidad de la armonía. Las letras son muchas veces terribles, y Smith las va entregando con una naturalidad inquietante, a la luz de su muerte cercana: “Me cansé de tratar; esto es un gran alivio” (“The last hour”), “No puedo prepararme para la muerte más de lo que ya lo he hecho [...] / El método de actuación que paga mis cuentas / mantiene al gordo alimentado en Beverly Hills” (“King´s crossing”). Quizás cueste creerlo, pero de verdad que es éste un disco más hermoso que angustiante.

Marisol García C.

Elliott Smith, “From a basement on a hill” (2004, Domino)

1.Coast to coast, 2.Let’s get lost, 3.Pretty (ugly before), 4.Don’t go down, 5.Strung out again, 6.A fond farewell, 7.King’s Crossing, 8.Ostrich & chirping, 9.Twilight, 10.A passing feeling, 11.The last hour, 12.Shooting star, 13.Memory lane, 14.Little one, 15.A distorted reality is now a necessity to be free.

Duración: 58:13
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