Disco "conceptual", ambicioso, poblado de proclamas humanistas,
Velvetina vendría siendo la cumbre del tipo de música que ocupa a Miguel Bosé desde más o menos el álbum
Bandido, de hace veintiún años. Es necesario establecer que Bosé insiste en esta veta —tan lejos de "Voy a ganar" como de un concepto de autor medianamente asible— porque
puede hacerlo, y no tanto porque tenga dentro suyo un genio musical imparable que lo obligue a expresarse periódicamente a través de un gran
opus que el mundo no puede esperar un minuto más por conocer.
Aunque le pese (y, de seguro, le pesa), Bosé no es Peter Gabriel, Wagner, Bowie ni Mancini. Sus pretensiones musicales han tenido, muchas veces, burdos resultados; y es probable que el mejor ejemplo de esa falta de perspectiva sobre su real peso en la escena musical internacional sea su anterior disco,
Por vos muero (2004), un narcisista intento por presentar algunos de sus grandes éxitos arropados en arreglos orquestados excesivos y que no pudieron cumplir con su probable sueño de convertir a "Amiga" en materia de análisis universitario.
Es difícil olvidar ese desacierto cuando uno se enfrenta a
Velvetina, un álbum de material nuevo que Bosé ha definido como "una entidad física", y en el que se ha optado por construir composiciones cantadas de base electrónica y lejanamente "étnica", en las que las texturas, ritmos y quiebres son mucho más importantes que las melodías.
Se trata de un proyecto trabajado en conjunto con Antonio Cortés (multiinstrumentista, compositor y arreglador español), que se presenta junto a un DVD con trece videos para todas las canciones, además de un cuidado trabajo gráfico en la carátula y varias referencias escritas (de Bosé, asumimos). Todo esto colabora a la sensación de estarse enfrentando a un concepto redondo, que encuentra al español con ganas de reflexionar sobre formas diversas de amar y recibir amor, de enfrenar la violencia contra los inmigrantes ("Hey, Max") y el valor de la expresión libre y valiente ("Ojalá, ojalá", "Aún más"). Como hombre europeísta que es, el disco incluye versos en al menos cinco idiomas.
Es innegable que aquí hay un paso musical cuidado, mucho más sobrio y dirigido que en intentos previos, y que logra sostenerse sin necesidad de que Bosé recurra a golpes de efecto para seguir cayéndole bien a su público pop. El mérito de esa medida debe de ser de Antonio Cortés, piensa uno. Pero al auditor no le preocupará demasiado saber a quién agradecer. Es difícil determinar si esta mezcla de electrónica, orquestaciones, manifiesto social-afectivo y hasta bases
dance levanta un trabajo que el auditor enfrentará con gusto y atención, o simplemente pasa por el oído como una sucesión de estampas interesantes de escasa repercusión en el plano afectivo (que es donde se ubica el colador que separa "la música" de "
mi música").
Le preguntaron a Miguel Bosé en el lanzamiento de
Velvetina por qué no es él quien se desnuda en el video para la canción "Down with love" ("un tributo al pene", en sus palabras). "Mi cuota de misterio se tiene que mantener", respondió el hijo de Dominguín. Es probable que, con su fusión infinita y sus ganas de cubrirlo todo a la vez y parecer muy inteligente, el nuevo disco de Bosé cumpla una vez más con su objetivo: uno queda más intrigado que agradado.
Marisol García C.
Miguel Bosé, "Velvetina" (2005, Warner)
1.Ojalá, ojalá, 2.Aún más, 3.No se trata de, 4.Hey, Max, 5.Celeste amor, 6.Ella dijo no, 7.De la mano de Dios, 8.La tropa del rey, 9.Verde canalla, 10.Paro el horizonte, 11.Down with love, 12.Tu mano dirá, 13.May day, 14.Ella dijo no (remix).
Duración: 67:08 + DVD
Composición y producción: Miguel Bosé y Antonio Cortés. |