Haga lo que haga la casa discográfica Blue Note, dará en el clavo. La "nota triste" del jazz puede poner en el mercado un disco tan masivo como
Tourist (2000, por Saint Germain) inmerso en el ámbito del pop e igualmente será elegante como música de jazz. Así lo ha sido a lo largo de toda su historia, desde que comenzó como sello
indie en 1939. Una sobredosis de "Blue Note sound" es el que edita como enésimo compilado de audiciones escogidas. Pero su catálogo tiene tanta música universal que puede repetir la fórmula eternamente y tendremos nuevas exquisiteces sonoras toda la semana. Como en el caso de este
Blue Note perfect takes, cuyo eje central ni siquiera es un músico.
El gran impacto inicial de la obra de Blue Note estuvo dado por el arte de las cubiertas de sus discos, a través del empaste entre las imágenes puras de un fotógrafo como Francis Wolf y las intervenciones gráficas de un diseñador de vanguardia como Reid Miles. Pero los auditores más exigentes sabrán que el "sonido Blue Note" tuvo a un tercer hombre fundamental. Se llama Rudy Van Gelder y en sus aparatos análogos de medición, ecualización y registro quedaron muchas de las más importantes grabaciones del jazz de todos los tiempos. Su forma de escuchar el jazz y de llevarla a las cintas magnetofónicas (instalación de micrófonos en el set, brillos, balances y protagonismo instrumental) han sido fundamentales en la mecánica de grabación de un disco de jazz. Es Van Gelder quien nos propone con su ceño fruncido y su pulcro traje a la medida (como solían vestir los mismos bopers) una selección de diez "tomas perfectas". Ni siquiera son las "tomas maestras". Menos aún las "tomas alternativas". Aunque puede que la
perfección esté también en estos lados B.
El banquete (ver detalle de selección en ficha técnica) comienza con una compleja ruta por el laberinto de la música de Thelonious Monk y termina con la fiesta gospel que ha preparado Jimmy Smith desde el órgano Hammond B3. Entremedio se despliega por nombres vinculados al hard bop en sus dos épocas: 1954-60 y 1961-68. Los tenoristas Hank Mobley y Joe Henderson representan estas miradas desde décadas distintas. El primero con toda la arrolladora presencia de las raíces afroamericanas y el segundo con el lirismo y swing dulce, mientras que al siguiente momento Freddie Hubbard nos explica por qué fue el gran sucesor de Clifford Brown en la trompeta y por qué también quitó mucho público a Miles Davis en los 60. El mismo Davis aparece a través una pieza incluida en su iniciático
Birth of the cool, con arreglos para noneto de cámara. El guitarrista Kenny Burrell pone su pieza soul-jazz más clásica a disposición y el saxofonista Wayne Shorter ofrece una grabación alternativa en
tempo medio de su magistral composición "Footprints" (grabada también para el álbum
Miles smiles, 1966, cuando tocaba para el quinteto moderno de Davis). Una nueva colección de música del para llevar consigo en el tocadiscos personal. Por primera vez sin una estrella del bop en portada (o alguna guapa mujer escogida por el músico en cuestión), sino con el responsable de que todas estas figuras llegaran a sonar de la forma en como sonaron en los discos de Blue Note.
Íñigo Díaz
Varios artistas, "Blue Note perfect takes" (2004, Blue Note)
1. Four in one (Thelonious Monk), 2. Budo (Miles Davis), 3. Remember (Hank Mobley), 4. Arietis (Freddie Hubbard), Midnight blue (Kenny Burrell), 5. Mode for Joe (Joe Henderson), 6. Christo redentor (Donald Byrd), 8. Footprints (Wayne Shorter), 9. Moon river (Art Blakey), 10. See see rider (Jimmy Smith).
Producción: Michael Cascuna y Rudy Van Gelder |