Siempre hay alguien que vuelve a hacerlo, como ocurre desde hace ya unos ocho años. Lo hizo Keane en 2003. Intentó hacerlo Saybia en 2002 –si nadie lo recuerda es porque alguien tenía que fracasar en el intento–. Logró hacerlo Coldplay a partir de 2000. Antes lo hizo Travis sobre todo en 1999 y en estado de gracia. Al comienzo lo hizo Radiohead en 1997 antes de salir de este planeta.
En esa genealogía de pop melódico, Thirteen Senses son los nuevos Keane por más de una razón. Son ingleses, son melancólicos y calmos, tocan mucho el piano, el cantante Will South tiene una voz aguda y
todas las canciones de este primer disco son bonitas: no hay ninguna excepción en ese punto. Excepcional. Sí hay diferencias a favor de su propio estilo, como la de que en este grupo sí hay guitarras, casi siempre ensoñadoras, y algunas de sus melodías están aderezadas con sutiles arreglos de cuerdas.
Es lo que pasa en "The salt wound routine", que junto a los violines empieza con unos acordes de piano similares a los de una ochentera canción de Heart, "Alone", tal como "Thru the glass" parte en el mismo piano con armonías similares a las de "Blood roses", de Tori Amos. Puede ser difícil sortear las coincidencias en un repertorio pop tan frecuentado como el de este tipo de baladas, pero aún en esas coincidencias Thirteen Senses logra desentrañar una melodía nueva a partir de una armonía ya reconocible. Y a ratos va más allá y encuentra en canciones como "Last forever" una nueva belleza.
David Ponce
Thirteen Senses, "The invitation" (2004, Mercury/Universal).
1. Into the fire. 2. Thru the glass. 3. Gone. 4. Do no wrong. 5. The salt wound routine. 6. Saving. 7. Lead us. 8. Last forever. 9. History. 10. Undivided. 11. Angels and spies. 12. Automatic.
Músicos: Will South (voz, piano, guitarra y teclados), Tom Welham (guitarra y teclados), Adam Wilson (bajo), Brendon James (batería).
Producción: Danton Supple.
Duración: 52’47’’
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