Cuando la fadista Mariza llegó a presentar
Transparente a los helados parajes de la islandesa Reykjavik, le dijeron que el disco tenía mucho jazz. "¿Jazz?", preguntó ella. Después cantó en la húmeda Barcelona y le dijeron que tenía mucho bossa nova. "¿Bossa nova?", preguntó de nuevo y con mejor cara de sorpresa. Al final de la gira arribó a Lisboa y le dijeron que el disco era "puro fado". Ella dijo: "Cada uno siente la música de una manera distinta". La explicación está bien como corrección política, pero con
Transparente nos quedamos ciento por ciento con la última apreciación. Por algo la enunció un fadista tradicional desde el barrio costero lisboeta de Alfama, donde literalmente nació esta música de emociones desbordantes.
Y si hasta el día de hoy surgen solistas francoparlantes inspiradas en la canción clásica de Edith Piaf, y cantantes afroamericanas que se desviven por una mujer como Billie Holiday, es hora de poner la mirada en una figura como Amália Rodrigues. La Edith Piaf del fado, la Billie Holiday de la canción arrabalera portuguesa es, ciertamente, la influencia interpretativa más contundente en Mariza. Porque más allá de que
Transparente haya sido producido por un músico tan posmoderno como Jacques Morelenbaum y de que cada reseña por medio que sea publicada sobre este disco vuelva al cliché de la "reinvención" del fado, ésta es una buena muestra de revisionismo fadista. Fado puro, en esencia, hecho con las herramientas de hoy.
Mariza llega a Portugal desde Mozambique. Es evidente que su canto brota desde otras vertientes y latitudes. ¿Y qué?, su
alma mater está en Lisboa. Partiendo por su versión de "Medo", esa maravillosa canción interpretada por Amália con guitarra portuguesa (instrumento criollo proveniente de la cítara) y viola (guitarra clásica española). Entre ambos encordados, como ocurre con Amália y Mariza, lo más importante sigue estando en la interpretación y sus poderosas sensaciones en efecto dominó. Si Mariza no logra erizar la piel como ocurre con Amália, con "Medo" está muy cerca de que así sea. Otras piezas de autores también confirman su amor por el fado clásico: "Há uma música do povo" (con textos del heteronímico Fernando Pessoa), "Quando me sinto só" (Joaquim Campos), "Meu fado meu" (del Paulo de Carvalho más romántico). En todas las canciones se siente alguna dosis de ese pequeño dolor terrible, aunque Mariza, en "Recusa" (de Mário Raihno), se resiste al destino:
Si ser fadista es ser luna / es perder el sol de vista / es volverse una estatua / entonces no soy fadista. ¿Lo logrará?
Íñigo Díaz
Mariza "Transparente" (2005, EMI).
1. Há uma música do povo, 2. Meu fado meu, 3. Recusa, 4. Quando me sinto só, 5. Montras, 6. Há palabras que nos beijam, 7. Transparente, 8. Fado portugues de nós, 9. Malmequer, 10. Medo, 11. Toada do desengano, 12. Fado tordo, 13. Duas lágrimas de Orvalho, 14. Desejos vaos.
Músicos: Mariza (voz), Mário Pacheco (guitarra portuguesa), Joao Lyra (guitarra clásica), António Nieto (guitarra clásica), Lula Galvao (guitarra clásica), Jorge Helder (contrabajo), Jacques Morelembaum (cello), Marcelo Costa (percusión), Agostino Silva (acordeón), Alceu Maia (cavaquinho), Carlos Malta (flauta), Paulo Sérgio Santos (clarinete), Ismael Oliveira (corno francés).
Invitados: Río de Janeiro Session Orchestra.
Producción: Jacques Morelenbaum. |