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Gepinto

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
Daniel Riveros es conocido entre el circuito de nuevos músicos chilenos como Gepe, cantante y baterista de Taller Dejao y baterista de Javiera Mena, pero hacía falta este disco personal para internarse en lo que tiene que decir por su cuenta.

Hay tres continentes en las canciones de Gepinto, siempre melódicas, nunca estridentes. Uno es quieto y de inspiración folk, otro de melodías acústicas a pura voz y guitarra y otro más experimental. Igual que en Taller Dejao, la mitad de esta música está compuesta en un compás de cuatro tiempos y la otra mitad en tres tiempos, que es el compás de las tonadas, las cuecas, las zambas y otros ritmos folclóricos regionales. Y por ese camino Gepe se va a conversar con la historia. Margot Loyola, Cuncumén y Millaray en los ‘50 y ‘60 investigaron y recopilaron en el norte, en los campos o en Chiloé. Violeta Parra y Víctor Jara aplicaron además esos conocimientos a sus propias composiciones. Y hoy Gepe intuye esa raíz con la misma naturalidad con que ha oído cierto post-rock de Chicago o con que usa un teclado o un dispositivo de efectos electrónicos. Puede ser folclor, pero folclor hecho con una mano en el bombo legüero y la otra en Soulseek.

Tal como en los disueltos Tobías Alcayota o en el primer disco de Javiera Mena, el principal instrumento de Gepe es la naturalidad. Más que aprendido, parece estar dentro suyo el modo en que empieza este disco tocando un ritmo de cueca con dos dedos sobre un xilófono, tal como es intuitivo que este viaje sugerente aparezcan ritmos de tonada, ecos de los Blops, el ritmo de huayno que Los Jaivas transformaron en folclor citadino o armonías iluminadas por Víctor Jara en la mitad de la canción "Torremolinos". Lo mismo pasa con los acordeones y charangos que tocan Pablo Flores y Sebastián Sampieri, con la frescura de quien los usa sin el deber ser acrobático que trae aparejado el charango, por ejemplo, sino como simples instrumentos para crear amonías y acordes. Y la mejor prueba es el estilo con que Gepe toca la guitarra: un estilo zurdo, con las cuerdas invertidas y una afinación inventada. Un estilo entero inventado.

Él mismo lo canta, para dejar clara la importancia de esa naturalidad. "Ojo con el baile extraño, que no parezca tan elegante / ha de ser de los cantantes, no les importa bailar bien", dice en "Los trapenses", y no le importa desafinar la última sílaba, sino al contrario: Gepe detiene los instrumentos en esos versos para que se oiga clara la idea en su voz suave. Y más allá de la idea, que ya es buena, está la belleza que hay en esta música, en las melodías amables de "Nunca mucho" o de "Namás", que ya estaba en el primer disco, 5x5 (2004), y en el corazón de Gepinto, formado por "El gran mal" y "Torremolinos", la mejor canción del disco, esencial y conmovedora.

David Ponce

Gepe "Gepinto" (2005, Quemasucabeza).

1. La enfermedad de los ojos. 2. Nunca mucho. 3. Multiplicación. 4. Sal. 5. Namás. 6. Los barcos. 7. Los trapenses. 8. El gran mal. 9. Torremolinos. 10. Vacaciones. 11. Nihilo. 12. Estilo internacional. 13. Guinea.

Músicos: Gepe (voz, guitarra, teclado, metalófono, piano, percusión, palmas), Pablo Flores (acordeón, bajo, percusión, efectos de sonido), Sebastián Sampieri (charango y percusión).

Invitados: Javiera del Campo (voz), Dadalú (voz).

Producción: Rodrigo Santis.

Duración: 39’55’’.

www.quemasucabeza.com
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