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Confessions on a dance floor

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
Los compositores del grupo sueco Abba ya dieron este año muestras de cuál es su nivel cuando desdeñaron el premio que millones de televidentes europeos les dieron por su éxito "Waterloo", votada como la mejor canción de la historia del festival Eurovisión. Pero Madonna tal vez sí logre conmoverlos un poco más, al menos con los millones extra que les hará ganar en derechos autorales por la cita al hit disco "Gimme gimme gimme (A man after midnight)" que hay en "Hung up", la primera canción en el nuevo disco de la señora material.

Con tamaña declaración musical de entrada, queda claro que la cantante vuelve a la pista de baile en su décimo tercer disco. No sólo es su título ni la o de Madonna transformada en globo de espejos lo que acerca a estas canciones a la pista. Confessions on a dance floor no para, sigue y sigue, una canción tras otra, entrelazadas como en un caleidoscopio, y todo está plagado de señas discotequeras como el efecto de vocoder de "Forbidden love" o los violines de "Let it will be", mientras la canción "Isaac" adquiere un carácter medio oriental con la voz del cantante Yitzhak Sinwani.

También está plagado de señas madonnescas, incluido ese tono de misterio medio kitsch que hay cuando ella se pone a hablar al oído del auditor. "Mi nombre es Dita y seré tu amante esta noche", dijo en "Erotica" hace una docena de años. "Voy a hablarte de amor. Olvidemos tu vida. Olvida tus problemas (...). Ven conmigo", dice ahora. Sólo que antes invitaba a la cama y ahora parece estar invitando a la iglesia, pero el afán de sofisticación sigue ahí. Si en el último tiempo Madonna ha empleado los servicios de productores como William Orbit y Mirwais Ahmadzai, aquí su socio principal es Stuart Price, aunque Mirwais también hace parte del trabajo, y el resultado es impecable, con una producción exquisita en "Get together" y "Future lovers". Y si es por replicar himnos como "Ray of light", ahí están las canciones "Hung up" y "Sorry", automáticamente bailables, cantables e identificables.

Ésta es la mejor Madonna. La que sirve para bailar. Así ha sido desde el comienzo: "Lucky star" y "Borderline" eran mejores que "Material girl" y "Like a virgin", aunque éstas dos últimas hayan legado a la posteridad el apodo de la cantante y un diálogo para Tarantino. Y tenía más actitud "Gambler" que "Crazy for you", aunque sea ésta última la que haya quedado innmortalizada en el nombre de un helado para comer con cuchara. Madonna reinicia cada tanto, pero le toma tiempo. Tras la cantante pop de 1983-1988, la provocadora erótico-religiosa de 1989-1994 y la baladista deslavada de 1994-1997, hoy todavía es la diva disco inaugurada en Ray of light (1998) y vigente en Music (2000) y American life (2003). Aún no era el turno de reinventarse, y no hace falta tampoco. Madonna muestra desde el comienzo la competencia para citar a una academia como Abba y no desteñir en el intento: la nueva melodía que ella instala ahí incluso hace olvidar que la original decía "Dame dame dame amor esta noche", al menos por un rato.

David Ponce

Madonna "Confessions on a dance floor"
(2005, Warner Bros.)


1. Hung up. 2. Get together. 3. Sorry. 4. Future lovers. 5. I love New York. 6. Let it will be. 7. Forbidden love. 8. Jump. 9. Hour high. 10. Isaac. 11. Push. 12. Like it or not.

Músicos: Madonna (voz, producción), Stuart Price (programación), Mirwais Ahmadzai (programación), Yitzhak Sinwani (voz), Henrik Jonback (guitarra, bajo), Monte Pittman (guitarra acústica).

Producción: Madonna, con Stuart Price, Mirwais Ahmadzai y Bloodshy & Avant.

Duración: 56’30’’.

www.madonna.com
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