Doce años es tiempo suficiente para haber olvidado que quedaban artistas como Kate Bush. Y ésa es una de las razones por las que es tan bueno su nuevo disco: porque apenas la cantante inglesa muestra otra vez su voz es capaz de borrar con una plumada de familiaridad todo ese tiempo. Es la misma voz que el Mundo ha oído en el célebre dueto "Don’t give up" con Peter Gabriel, colorida, cálida, intacta como todos sus demás talentos.
Su último disco a la fecha era
The red shoes (1993), y antes había grabado el majestuoso
The sensual world (1989), una de las cumbres de ese año junto al debut de The Stone Roses.
Aerial es su octavo álbum, y es un volumen doble. La primera parte,
A sea of honey ("Un mar de miel"), consiste en siete canciones sobre la celebridad, la maternidad, la pérdida de la madre o la alta matemática. En ellas la cantante se muestra impecable a solas con el piano y su voz de hada, con timbres renacentistas o con instrumentos de rock como los de la primera canción, "King of the mountain", un reencuentro que empieza con sutileza y se transforma en insospechado reggae.
La segunda parte,
A sky of honey ("Un cielo de miel") es una suite sobre el paso del día, veinticuatro años después de que los Blops tuvieran la misma idea en Chile con su segundo LP,
Blops (1971), conocido como "Del volar de las palomas". Kate Bush hace aquí lo que llaman un "disco conceptual", pero pocas veces un disco conceptual fue tan lindo y desprovisto de las pretensiones ñoñas propias del género. Éste es un viaje por paisajes y atmósferas iniciado con cantos de pájaros, narrado con personajes como el Sol, el Pintor, el Arquitecto y orquestado con recursos tan diversos como guitarras flamencas, violas y los característicos himnos que Kate Bush diseña con sus coros.
Lo único que puede revelar el paso del tiempo aquí es que la anfitriona está en edad de dedicar una canción a Bertie, su hijo, y de invitarlo a cantar en otra de estas melodías, pero hasta esos aspectos personales de la música están justificados con toda solidez. No sólo su música es bella, que ya bastaría con eso: Kate Bush es una autora que sorprende como pocas en las letras que escribe. En "King of the mountain" cita con sentido a Elvis y a Orson Welles. Los versos de "Pi" son precisamente eso: el número Pi en todo su esplendor, con la voz preciosa de la cantante al servicio de una letra que empieza con "3,14" e incluye ciento veinte dígitos uno tras otro. Y en la balada "Mrs. Bartolozzi", sólo con piano y voz, ella entona "Mi blusa aferrada a tu pantalón / Oh, y las olas empiezan / mi falda flotando alrededor de mi talle" y es puro erotismo, aunque en rigor está hablando de una mujer que contempla el funcionamiento de una lavadora. Después de doce años es posible perder la costumbre de llamar artista a un músico, pero Kate Bush se toma un instante para recuperar el tiempo e invitar de nuevo a su mundo sensual y adorable.
David Ponce
Kate Bush "Aerial" (2005, EMI).
Disco uno: A sea of honey. 1. King of the mountain. 2. Pi. 3. Bertie. 4. Mrs. Bartolozzi. 5. How to be invisible. 6. Joanni. 7. A coral room.
Disco dos: A sky of honey. 1. Prelude. 2. Prologue. 3. An architect’s dream. 4. The painter’s link. 5. Sunset. 6. Aerial tal. 7. Somewhere in between. 8. Nocturn. 9. Aerial.
Músicos: Kate Bush (voz, piano, teclados), Dan McIntosh (guitarras), Gary Brooker (órgano), Chris Hall (acordeón), Eberhard Weber, John Giblin, Del Palmer (bajo), Peter Erskine, Stuart Elliot, Steve Sanger (batería), Bosco D’Oliveira (percusión), Rolf Harris (didgeridoo), London Metropolitan Orchestra dirigida por Michael Kamen.
Invitados: Michael Wood (voz), Richard Campbell y Susan Pell (violas), Elig io Quinteira (guitarra), Robin Jeffrey (percusión).
Producción: Kate Bush.
Duración: 37’50’’ + 41’50’’.
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