Como decíamos ayer, dice la historia que dijo Fray Luis de León cuando volvió a su cátedra en la española Universidad de Salamanca después de años alejado de ella. Después de siete años desde el último disco de canciones nuevas de Los Tres, escuchar
Hágalo usted mismo también se remonta así en el tiempo. "Este disco es la continuación del anterior", ha descrito el contrabajista Roberto Lindl, y basta un ejemplo para probarlo: la primera de estas canciones, "No es cierto", podría ser la continuación de "Feria verdadera", una de las de 1999, con el mismo patrón en la batería, la misma guitarra de doce cuerdas y el mismo sonido, pero sobre todo el mismo oficio que el grupo ha demostrado para componer canciones.
La capacidad de ser fieles a su propio lenguaje aparece en todas partes en los nuevos Tres. Está en la guitarra hawaiana de Ángel Parra y en las melodías paralelas de Álvaro Henríquez y Parra, como si fueran dos tomas hermanas de la misma voz. En el coro de "Hágalo usted mismo" las dos guitarras se reparten, una en los acordes y la otra en una bendita urdiembre de notas: pura artesanía, como antes en "La sangre en el cuerpo". En esa misma canción Henríquez escribe una fábula, como antes en "Pancho" o "La torre de Babel". "Agua bendita" termina de un modo similar a "Un hombre muerto en el ring". Y toda esta identidad, más allá del grupo, es parte del carácter de Henríquez, reconocible en una línea transversal a Los Tres, Pettinellis, Joselo Rangel, José Alfredo Fuentes o su disco como solista, con la misma marca de autor.
La inesperada aparición de Gilles Marie, el guitarrista que mostró el rock and roll a un joven Henríquez en Concepción, es la seña más clara a los inicios de esa genealogía. Y otra cosa es la cueca. A partir de esa escuela el grupo hace una música nueva, pero con raíz profunda. En "Agua bendita" Ángel Parra usa el guitarrón para armar unos acordes insospechados y disonantes, mientras músicos de Los Tricolores o Altamar como Joselo Osses y Rodolfo Henríquez llegan a tocar tañador y platos y Los Tres enseñan el ritmo al clarinetista gringo Doug Wieselman, uno de los músicos invitados a la grabación de este disco en EE.UU. "Agua bendita" y "Ruina" ya no tienen la métrica de la cueca; son más bien un nuevo tipo de tonada personal. Si Álvaro Henríquez inventó las cuecadélicas en 2001, éste bien puede ser el inicio de las tonadélicas.
Está en la historia. En 1997 se imponían en pleno Radiohead y la oleada electrónica de Orbital, Underworld o Prodigy en el mundo, y si Los Tres no se "ponían al día" entonces, no lo hacían nunca. Y no lo hicieron. En vez de eso grabaron un disco de guitarras que todas las mayorías votarán por siempre como el mejor del grupo. Tampoco lo hacen ahora, cuando otra vez acaban de hacer un disco a la altura de su historia, es decir excelente, con el mismo buen trato a las armonías y la escuela del rock and roll del viejo cuño. "Cerrar y abrir" y "Bestia" son las mejores canciones del disco, hechas de modulaciones y melodías perfectas, y al otro extremo suena "Bip bip", frontal: "Ahí viene gente / que habla de mí / estupidez eterna / habrá que resistir".
Ése es un subgénero propio de este grupo: la canción como ajuste de cuentas. Canciones así son "La primera vez" (1991), de Los Tres; "No hables tanto" (2002), de Pettinellis, o "Manchas en la piel" (2004), de Álvaro Henríquez, y aquí hay un festival de ellas, escritas en segunda persona, de tú a tú, y sobre un último rasgo de carácter: letras duras sobre músicas gentiles. Cualquiera sabe que el contraste es aún más inquietante que la obviedad, y así suenan "Bestia" y "No es cierto", dedicadas a los generales Pinochet y Contreras, tal como los Smiths cantaron "Sabes que sólo estaba bromeando cuando dije que quería romperte la cara" sobre las guitarras siempre delicadas de Johnny Marr. Álvaro Henríquez ya había tomado al vuelo una frase del fiscal Torres en "De hacerse se va a hacer". Cómo iba a dejar pasar ésta: "No me acuerdo, pero no es cierto, y si es cierto no me acuerdo" (sic). Algún autor anónimo escribió hace más de cien años una cueca a Balmaceda y Ángel Parra (padre) transformó en canción las últimas palabras de Salvador Allende. A Álvaro Henríquez le tocó peor: poner música a las de Pinochet. Y es un mérito extra haberlo hecho tan bien. Es un trabajo sucio, pero alguien tenía que hacerlo. Hágalo usted mismo.
David Ponce
Los Tres "Hágalo usted mismo" (2006, La Oreja).
1. No es cierto. 2. Alguien como tú. 3. Agua bendita. 4. Camino. 5. Viento. 6. Hágalo usted mismo. 7. Cerrar y abrir. 8. Ruina. 9 Bestia. 10. Bip bip.
Músicos: Álvaro Henríquez (voz, guitarras, teclados), Ángel Parra (guitarras, guitarrón, tormento, coros), Roberto Titae Lindl (bajo, contrabajo, teclados).
Invitados: Gilles Marie (guitarra), Emmanuel del Real (teclados, efectos y coros), Kenny White (piano), Joselo Osses (piano, caja, pandero), Eyvind Kang (viola), Jane Scarpantoni (cello), Doug Wieselman (flauta y clarinete bajo), Steve Jordan (batería), Manuel Basualto (batería y percusión), Rodolfo Henríquez (platos). Marcelo Cicali (recetas).
Producción: Joe Blaney, Los Tres y Emmanuel del Real.
Duración: 37’03’’.
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