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Riot City blues

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
Han sido dos las huellas por las que ha avanzado la música de Primal Scream desde la fundación del grupo, hace más de veinte años en la ciudad escocesa de Glasgow. Dos y no más: la una, el rocanrol de raíz blues que ha tenido en los Rolling Stones a su más evidente modelo, y que el grupo ha trabajado en discos como Give out but don’t give up (1994), donde se incluía uno de sus singles de mayor éxito ("Rocks"); la otra, el vuelo electrónico de pretensión sicodélica con el que la banda construyó no sólo el estupendo Screamadelica (1991) sino que, según los más entusiastas, también cambió el rumbo de la música ‘indie’ inglesa al levantar un puente entre la tradición rockera y lo que por entonces hacía furor en los clubes de avanzada de su país: una combinación de tecno y raíz negra –dub, sobre todo– que, si no fue revolucionaria, al menos nos regaló una banda sonora insuperable para la pista de baile. Lo que los españoles llamarían "un subidón". Aunque con ingenio intermitente, fue ésa la faceta de Primal Scream que se alabó luego en álbumes como XTRMNTR (2000) y Vanishing point (1997).

Riot city blues es, claramente, una nueva visita del grupo al garage sucio y desordenado en el que (metafóricamente hablando, se entiende) realizaron sus primeros ensayos. Es un disco de guitarras, de amplificadores exigidos y gargantas al borde del grito. De letras épicas, que confían en que puede conquistarse al mundo si se lanza uno a la carretera con el ser amado. "Chica campesina:, ¡toma mi mano! / Guíame a través de esta tierra enferma / He robado / He pecado / Mi alma está sucia / pero debo seguir", canta el huesudo Bobby Gillespie en un tema que sacude todo, incluso los prejuicios sobre un grupo que se niega aquí a seguir cultivando el prestigio que les trajo la experimentación "electro". Esto es revivalismo, es nostalgia, es cliché. Y qué. La banda suena enérgica como no lo hacía en años, y se permite revisar con respeto de fans los códigos más manidos de la canción popular en inglés, como la armónica de "We’re gonna boogie" o las mandolinas que dan un tono todo rural a "Hell’s coming down".

No es pequeño el dato de que justo antes de la grabación de este disco se retiró del grupo Kevin Shields, el alabado guitarrista del grupo My Bloody Valentine que los acompañó durante unos años. Es probable que fuese él quien obligaba a la banda a avanzar por los mismos terrenos experimentales y de vanguardia que han sostenido su carrera. Pero, sin él, quienes quedan quieren comportarse un rato como escolares con el inspector de disciplina en una temporal licencia médica. Luego de años de haber elevado un prestigio de rockeros renovados, Primal Scream comprueba aquí al placer que da reencontrarse con la esencia, y hoy su alma sesentera ha vuelto a desplegarse en toda su colorida capacidad.

Cristina Hynde

Primal Scream "Riot City blues" (2006, Sony BMG).

1. Country girl. 2. Nitty gritty. 3. Suicide Sally & Johnny Guitar. 4. When the bomb drops. 5. Little death. 6. 99th floor. 7. We're gonna boogie. 8. Dolls (Sweet rock and roll). 9. Hell's comin' down. 10. Sometimes I feel so lonely.

Músicos: Bobby Gillespie (voz), Andrew Innes (guitarra), Gary 'Mani' Mounfield (bajo), Robert 'Throb' Young (guitarra), Martin Duffy (teclado), Darrin Moone (batería).

Invitados: Alison Mosshart, de The Kills (voz), Will Sergeant, de Echo & The Bunnymen (guitarra), Warren Ellis, de Nick Cave & The Bad Seeds (violín).

Producción: Youth.

www.primalscream.org
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