Meses antes de su fallecimiento, el laureado compositor chileno Luis Advis (1935 – 2004) anunciaba en una
entrevista concedida a La Música Emol la composición de "16 preludios para piano". Gracias a una feliz iniciativa de la Escuela Moderna de Música, la SCD y el Sello Azul es posible contar con un registro de la obra, cuya interpretación se reparte equitativamente entre cuatro jóvenes pianistas del mencionado instituto profesional: Nicolás Arroyo, Eduardo Sato, Sebastián Verdugo y Alazne Arana.
Tal como indicaba en esa conversación el recordado compositor de la "Cantata Santa María de Iquique", estos preludios se inspiran en la "la gran tradición clásico-romántica", una de las fuentes de las que bebía este creador experto en derribar fronteras entre clasificaciones como "docta" o "popular". Ya desde el Nº 1, con su patrón constante de arpegios que recuerda incluso a preludios del Barroco como los de François Couperin (1668 – 1773), se advierte la magistral aproximación del recordado músico iquiqueño a estas breves piezas de forma libre. El joven Nicolás Arroyo (a cargo de los primeros cuatro preludios) resuelve con gran tensión dramática el
crescendo que marca el final de la primera pieza. Éste enlaza muy bien con la inquietud que provoca el segundo, construido como una sigilosa caminata a paso lento sobre la base de sonidos apagados que de pronto estallan con violencia. A continuación se exploran territorios cercanos a la danza, a modo de pequeño vals el tercero y de festiva ronda, con humorístico final incluido, el cuarto.
El encargado de dar vida a los preludios del quinto al octavo es el pianista Eduardo Sato. El intérprete delinea con aplomo el grave y misterioso devenir del Nº 5, respondiendo convincentemente en los trémolos que sirven de contraste. Luego aborda con autoridad tres miniaturas que no llegan al minuto y medio de duración: el Nº 6, especie de canción de cuna; el Nº 7, en el que acentúa hábilmente súbitas variaciones dinámicas construidas sobre un patrón en
stacatto ; y el Nº 8, estructurado también sobre un basamento arpegiado que deviene en una impetuosa carrera.
El siguiente grupo de cuatro, interpretado por Sebastián Verdugo, crece en complejidad y potencial expresivo. Se pasa así del profundo Nº 9 al gracioso y cinematográfico Nº 10, que no desentonaría musicalizando un combate entre Tom y Jerry. Otro marcado contraste se produce entre el ensoñador carácter del Nº 11 y la vertiginosa serie de acordes y bruscas interrupciones que define el intenso Preludio Nº 12. Para finalizar, comparece ante el teclado la intérprete Alazne Arana. La pianista conduce un paseo que transita por la gran variedad expresiva del solemne Nº 13, las reminiscencias casi tangueras del Nº 14, el tranquilo tejido de resonancias del Nº 15 y la virtuosa alternancia de voces que se despliegan con llamativa agilidad en el conclusivo Nº 16.
Una toma clara, aunque tal vez demasiado cercana, y una cuidada presentación redondean la entrega de un tributo conciso, pero sólido y contundente, a la inspirada creación de uno de los músicos más importantes de la historia de Chile.
Pablo Arce
Varios artistas, "Advis: Preludios" (2006, Sello Azul / Escuela Moderna de Música).
1. Preludio Nº 1. 2. Preludio Nº 2. 3. Preludio Nº 3. 4. Preludio Nº 4. 5. Preludio Nº 5. 6. Preludio Nº 6. 7. Preludio Nº 7. 8. Preludio Nº 8. 9. Preludio Nº 9. 10. Preludio Nº 10. 11. Preludio Nº 11. 12. Preludio Nº 12. 13. Preludio Nº 13. 14. Preludio Nº 14. 15. Preludio Nº 15. 16. Preludio Nº 16.
Pianistas: Nicolás Arroyo (Preludios Nº 1 al Nº 4), Eduardo Sato (Preludios Nº 5 al Nº 8), Sebastián Verdugo (Preludios Nº 9 al Nº 12), Alazne Arana (Preludios Nº 13 al Nº 16).
Producción musical: Enrique Baeza.
Ingeniero de sonido, grabación y mezcla: Sergio Berchenko
Duración: 26’36’’.
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