Esta banda bebió la misma pócima de Coldplay, brebaje que lleva a la siguiente alucinación: U2 es un cadáver y alguien debe calzar sus zapatos. En el equipo de Chris Martin la pachotada irrita, mientras en The Killers enternece.
No sólo posan para Anton Corbijn -el fotógrafo oficial de los irlandeses-, sino que Flood y Alan Moulder -colaboradores de Bono y Cia.- figuran como productores. Y si en el debut el cantante Brandon Flowers era el eco de Simon LeBon, vocalista de Duran Duran, esta vez hay un guiño ligero al tono de Robert Smith, mientras la música se impulsa dramática y coral, tal como Queen. Lo cierto es que en la inquietud por nuevas rutas, The Killers sacrifica la cosquilla pop que hizo tan agradable su irrupción. No es un paso en falso. Sólo un giro más complejo.
Marcelo Contreras
