Un paso para adelante, dos para atrás: el tercer disco como cantautor de Gabriel "Vicentico" Fernández es la confirmación de muchas de las virtudes que hicieron de
Vicentico (2002) y
Los rayos (2004) mapas fidedignos y valiosos de la nueva composición popular latinoamericana; pero, también, la renuncia voluntaria —y, probablemente sin vuelta atrás— de particularidades que ubicaban al ex Fabulosos Cadillacs en una división que permitía esperanzarse con el desarrollo de un cancionero más autoexigente, más sorprendente, más delicado. Vicentico esta vez se la ha hecho fácil, y tal como está la confusión evaluativa del pop en español, ello no le impedirá seguir cosechando aplausos. Al menos en Argentina, las críticas para
Los pájaros no han medido su entusiasmo.
El problema es que lo que se escucha en estas diez canciones es la sucesión predecible de los ritmos que ya sabíamos son los que más le entusiasman a Vicentico: cumbia, salsa, reggae, tango; combinados de un modo en el que pareciera el argentino quiso ahorrarse cualquier esfuerzo extra por dotarlos de algún carácter. Ninguna de las citas se agita demasiado —no es éste un disco "de baile", se entiende, pero tampoco "romántico"—, sino que se mezclan de acuerdo a una cadencia calmada, como de hora de siesta; parecida, quizás, a la que el cantante había mostrado antes en canciones como "Los caminos de la vida". Vicentico le canta al amor y la superación personal con versos comunes ("
cuando en medio de la lluvia estoy, sé que pronto va a salir el sol", es uno de "Si me dejan"; "
fuiste el regalo que no pude abrir", otro de "Felicidad"), y del mismo modo se acomoda en canciones que el oído recibe con la calidez de lo que ya parece familiar.
Es elocuente que uno de los dos invitados vocales de
Los pájaros sea Andrés Calamaro (el otro es Daniel Melingo, ex Los Twist). Con el autor de "Flaca" a Vicentico ha comenzado a unirlo esa vocación de bohemia impostada con la que tantos artistas eligen camuflar sus períodos de baja en ideas. Éste es un álbum generoso en la mención de arrabales, bares, recuerdos de infancia y amores nunca concretados; un terreno en el que varios cantautores latinos han delineado una identidad tanto más poderosa que la que aspira ahora Vicentico con menciones apenas pedestres. "El árbol de la plaza", primer single, es un buen ejemplo de las fortalezas y debilidades de
Los pájaros: una salsa en
crescendo, de instrumentación y arreglos impecables (muchos de ellos, trabajados con su antiguo socio en los Cadillacs, Dr. Flavio), pero que no concreta nunca la cumbre que anuncia, y en la que la otrora profunda voz de Vicentico se acomoda en el relato pueril de un árbol que espera riego. "
Hay que llamar a la tormenta por si llueve / para salvar al arbolito que se muere", es el verso más fuerte del estribillo. No está mal. Pero, considerando la exitosa apuesta que venía emprendiendo el ex Cadillacs como solista, tampoco podríamos decir que qué bruto que está bien.
Cristina Hynde
Vicentico "Los pájaros " (2006, Sony/BMG)
1. El árbol de la plaza, 2. El baile, 3. Ayer, 4. Si me dejan, 5. Felicidad, 6. La deuda, 7. Desapareció, 8. Las hojas, 9. El fantasma, 10. Las manos.
Duración: 39.59.
Todas las composiciones, Vicentico (excepto "Ayer").
Banda: Daniel Buira (batería y percusión), Daniel Castro (bajo), Leandro Bulacio (pianos y teclados), Juan Pablo Saverio (coros), Pol Neiman (coros), y Marcelo Muir (guitarras).
Invitados: Andrés Calamaro, Daniel Melingo, Flavio Cianciarulo, Florián Fernández.
Producción: Vicentico.
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