Aunque el
soul haya sido una invención norteamericana, y fue en Estados Unidos que crecieron sus principales estrellas, desde los años ’60 viene dándose una disputa discreta que anima a Inglaterra a imponer alguna vez a una figura soul del tamaño de todo Detroit. Nombres como los de Dusty Springfield, Lisa Stansfield, Simply Red, y hasta George Michael han sido intentos exitosos en una causa esencialmente perdida, pero de cuyo esfuerzo nos beneficiamos quienes no podemos cansarnos de ese género que hace medio siglo suavizó el R&B a través de una cadencia que sólo pueden asumir con gracia las voces dotadas por los ángeles.
Amy Winehouse es heredera clara de esa tradición, aunque pulida por la aspereza de la urbe contemporánea. La joven nacida hace 23 años en Middlesex, Inglaterra, ha venido con éste, su segundo álbum (debutó en el 2003 con el aplaudido
Frank), a ocupar el espacio que parece estar dejando vacante Joss Stone, otra británica con la cabeza puesta al lado Este del Atlántico, y cuyas fenomenales ventas de hace tres años parecen haberla congelado en un presente sin anuncios de nuevos brillos. Además de una voz rasposa, sensual y bien manejada —que, sumada a una producción que recurre a ligeras bases hip-hop hace recordar a Lauryn Hill—, Amy tiene un giro medio perversillo que no combina nada mal con sus letras sobre excesos autodestructivos y relaciones amorosas convertidas en infierno.
"
Te advertí que yo era un problema", canta Amy en "You know I’m no good", y no es para nada un verso particularmente fuerte en este contexto de confesiones en las que también se acomodan rimas en torno a sus intentos por salir de la droga ("
intentan llevarme a rehabilitación / yo digo: no, no, no / prefiero quedarme en casa con Ray [Charles, se entiende ] ") y el sino inamovible de la mala suerte en el amor ("
tú vuelves con ella / y yo vuelvo a negro"). Sigue en esa línea de autoflagelo probablemente el mejor tema del disco: "Love is a losing game" ("El amor es un juego en el que se pierde"). Y es en ese tono oscuro, en ese contraste inusual de una guapa jovencita que carga con iguales dosis de talento y de dolor, que se sostiene el atractivo de una cantautoría convincente, probablemente por su impudicia y su comprensión adulta de que al soul no se le canta sino que se le sufre.
Cristina Hynde
Amy Winehouse, "Back to black" (2006, Universal)
1. Rehab, 2. You know I’m no good, 3. Me & Mr Jones, 4. Just friends, 5. Back to black, 6. Love Is a losing game, 7. Tears dry on their own, 8. Wake up alone, 9. Some unholy war, 10. He can only hold her, 11. Addicted
Duración: 34:55.
Producción: Salaam Remi y Mark Ronson.
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