Norah Jones viene desde el el pop-folk-neojazz para ubicarse definitvamente en un tipo de canción americana que podría estar en cualquier wurlitzer de motel carretero en el interior de Estados Unidos (siempre en el interior; nunca en las grandes ciudades). Si la hija del sitarista Ravi Shankar eligió seguir la ruta de gente como Sarah Vaughan sobre la de cualquier músico clásico de la India cuando se apuntó con su exitoso
Feels like home (2004), ahora prefiere la ruta de gente como Joni Mitchell por sobre cualquier enorme cantante de jazz. No es tan tarde para ella como para dejar afuera su historia tejana al lado de su madre tejana y no al lado de su padre nómade. Y tiene ahora más significado en su tercer álbum,
Not too late, junto a su productor, compañero en el grupo The Little Willies y novio Lee Alexander. Adviértalo de ese modo chequeando el country “Be my somebody”.
Hay algo en esta mujer que destella y no es ni su cara de niña, ni su gracia, ni su calidad de antiestrella. Deben ser las dimensiones de su canto, como si hubiera sido hecho para el pequeño café americano y no para los grandes festivales al aire libre donde Shania Twain siempre la rompe. Es esencialmente un susurro que en
Not too late también cruza todas las canciones, por mucho que Norah Jones intente alzar la voz. Y llama la atención también por la predominancia de sonoridades cálidas en sus intrumentos elegidos minuciosamente para cada canción: piano acústico, guitarra folk, cello, trompeta. La voz al oído se aprecia mucho más y se agradece en “Not too late”, una linda canción breve donde Norah Jones regresa al piano y lo hace con fineza, o en “Little room”, donde ella canta como si estuviera en su dormitorio un domingo, nada más que con una guitarra y un silbido deficientemente afinado que no molesta en lo absoluto.
Norah Jones parece demasiado joven para hacer una música tan adulta. Sus canciones están más lejos que antes de la parrilla radial pop, porque ella es así. Siempre melancólica, como en “Rosie’s lullaby”, o instrospectiva, como en “Wish I could”. Sólo se emborracha en “Sinkin’ soon” (donde vuelve a darle una oteada a Tom Waits), pero continúa en la línea de simpleza, equilibrio y discreción. “Pijama o almohada” dijeron algunos a la entrada del concierto que ofreció en Chile en diciembre de 2004. Los que no encontraron graciosa la salida, se reconciliaron con el country. Tampoco es tan tarde para eso. Y con Norah Jones es bastante fácil reconciliarse.
Iñigo Díaz
Norah Jones "Not too late" (2007, Blue Note)
1. Wish I could Alexander. 2 Sinkin' soon. 3. The sun doesn't like you. 4 Until the end. 5. Not my friend. 6 Thinking about you. 7. Broken. 8. My dear country. 9. Wake me up. 10. Be my somebody. 11. Little room. 12. Rosie's lullaby. 13. Not too late.
Músicos: Norah Jones (voz, piano, mellotron y órgano), Lee Alexander (bajo y guitarra steel), Robbie McIntosh (guitarra eléctrica), Andrew Borger (batería, marimba y precusiones), Kevin Breit (mandolina), Paul Bryan (teclados), Larry Goldings (órgano), Devin Greenwood (órgano Hammond) Jesse Harris (guitarra acústica), Chuck MacKinnon (trompeta), J. Walter Hawkes (trombón), José Antonio Dávila (tuba), Bill McHenry (saxo tenor), Rob Sudduth (saxo tenor), Julia Kent (cello), Jeffrey Zeigler (cello), Adam Levy (guitarra eléctrica y voz), Tony Mason (batería), Daru Oda (voz), Richard Julian (voz), M. Ward (voz).
Producción: Lee Alexander.
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