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El ritmo y la calle

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
Perrosky es una palabra que ha venido cambiando de significado con cada año, desde que empezó a sonar entre el circuito rockero chileno. Primero era sólo el apodo de Alejandro Gómez, el cantante de la banda rockera Guiso, que se inició en 2000. Luego grabó por su cuenta una cassette de canciones que tituló Añejo (2001) y firmó como Perrosky: ya era el nombre de un cantante. Y después de tocar por unos meses solo con su guitarra se le unió el baterista Álvaro Gómez, su hermano, y el nombre siguió siendo Perrosky: ya era un dúo de un cantante y guitarrista con armónica más un baterista, tal como se oye en Otra vez (2003), su disco de cuatro canciones.

Ahora es otra cosa. Perrosky se han vestido elegantes para tocar durante años, pero hoy se ponen lo que cualquier abuelo llama los pantalones largos. El ritmo y la calle es su primer disco de larga duración, y en él despliegan lo que han madurado en vivo: rock, blues y rock and roll, pero con acento chileno. "Lejos" parece la continuación de "La rancherita", una canción de 2003, pero sobre todo hay muchas cosas nuevas en la lección didáctica de qué es "El ritmo", el corrido a la chileno-mexicana de "El Tránsito", la picardía de "El pobre diablo", el vals de piano que cierra el disco, el rasgo sentimental de "AM" y su secuencia de acordes común a miles de canciones. Más rock se oye en el pulso rocanrolero de "Donde paro, donde voy", el tono desafiante de "Lo que te dan" y el sonido esencial de guitarra y batería de "Si tú pudieras" o "La muñeca".

Igual de esenciales son las letras de Alejandro Gómez. Como un taciturno vaquero muerde su tabaco, el cantante suele masticar una idea o incluso una palabra a lo largo de toda una canción, como en "Olvídate" o en el verso "Por una muñeca yo lloré / y dejé a las otras de querer". El cambio está en las distintas guitarras eléctricas y acústicas con las que alterna afinaciones y timbres, profundos, metálicos o acústicos como en "Pobre diablo" y "Lagonías", que parece una plegaria. Son variaciones de una misma tonalidad, muy adecuada al tono sepia de la bonita carátula diseñada junto al baterista Iván Molina. Y lo sorprendente es cómo está auscultado aquí el pulso de la ciudad, con las grabaciones ambientales que jalonan estas canciones, una de las cuales hasta se funde con el sermón de un predicador callejero. Ahora que Paz Froimovich, juntos o separados, y otras constructoras echan abajo cuadras enteras de una ciudad que está cambiando a alta velocidad, Alejandro Gómez sale a caminar y captura en cada esquina instantáneas de peatón: Perrosky de la calle.

David Ponce

Perrosky, "El ritmo y la calle" (2006, Algo Records)

1. Raperos callejeros. 2. Abajo. 3. Revólver. 4. Héctor, el Chubby Chéquer. 5. Olvídate. 6. John Cárdenas, blusero chileno. 7. Si tú pudieras. 8. Lejos. 9. Lagonías. 10. Gloria. 11. Piano. 12. Solo. 13. Jazz callejero. 15. Lo que te dan. 16. La muñeca. 17. Elvis júnior. 18. Donde paro, donde voy. 19. El ritmo. 20. Organillero del pueblo. 21. El pobre diablo. 22. Acordeonista callejero. 23. El Tránsito. 24. El piano de Omar.

Músicos: Alejandro Gómez (voz, guitarras, armónica, piano, teclado, bajo, timbales), Álvaro Gómez (batería, percusión).

Invitados: músicos callejeros (rimas, organillo, acordeón, orquesta de jazz), Héctor, el Chubby Chéquer (voz), John Cárdenas (guitarra y armónica), Elvis Júnior (voz y batería callejera), Marcela Velásquez (grito).

Producción: Alejandro y Álvaro Gómez.

Duración: 65’59’’.

www.algorecords.com
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