El maestro en vivo.
El MercurioDe fuertes contrastes fue el último concierto de la temporada de la Fundación Beethoven que se realiza en el Teatro Oriente. Contrastes apreciables en estilo, con el barroco de Giovanni Battista Pergolessi en oposición al sabor popular y pictórico de dos obras emblemáticas de Manuel de Falla. Y también, hay que decirlo, encontramos contrastes en el resultado final de las obras.
Los intérpretes fueron la Orquesta de Cámara de Chile, el Coro de Cámara de la Universidad Católica que dirige Mauricio Cortés, y cuatro solistas vocales, todos bajo la dirección del maestro Juan Pablo Izquierdo.
En un estreno para Chile se escuchó primeramente la “Missa romana” en Fa mayor para doble coro, doble orquesta y dos solistas. En rigor se trata de una Misa Brevis, pues sólo cuenta con el “Kyrie” y el “Gloria”.
Por lo escuchado en esta presentación, pensamos que tanto el coro como la orquesta fueron insuficientes en cuanto a la cantidad de intérpretes, pues durante pocos momentos se escuchó un sonido sólido. Siempre sonó sin sustancia. Incluso la orquesta proyectó una sensación de inseguridad, lo que perjudicó los diálogos con el coro, provocando que algunas de sus entradas fueran confusas y vocalmente precarias. Además pensamos que la subdivisión les perjudicó en cuanto a su habitual potencia sonora.
No sabemos si por indicación del director o no se interpretó casi todo piano. Tal vez para compensar el sonido, con sólo dos violines primeros que presentaba cada orquesta, lo que a la postre redundó en una falta de peso para la obra.
La cuerda de sopranos, muy débiles a pesar del bonito sonido. Los tenores, bastante desdibujados. Su mejor momento fue en el fragmento fugado. Los bajos, muy en el límite en los agudos. Y con falta de graves, las contraltos conservaron siempre un bello color y musicalidad, cuestión que también es innegable para todas las cuerdas.
Los mejores momentos del coro los encontramos en el “Qui tollis”, en las frases “Miserere nobis” de gran expresividad y en el número final, “Cum sancto Spiritu”, muy sólido y expresivo.
La soprano María José Brañes cantó en gran forma todas sus partes, incluido el ornamentado “Quoniam”, de severas dificultades. La mezzosoprano Claudia Godoy, si bien es musical y tiene una bonita voz, es demasiado pequeña, por lo que no le permitió compensar el volumen de la soprano en el dúo “Domine Deus”.
El enfoque de Izquierdo, no nos pareció muy claro. Un mundo de diferencia se observó en la segunda parte, donde la orquesta, ahora aumentada y no dividida, enfrentó dos obras de Manuel de Falla, con un director inspirado y certero en el estilo, que consiguió de todos los intérpretes un rendimiento inmejorable.
Para no redundar, diremos que la orquesta logró un bellísimo sonido, fraseos notablemente sutiles, el carácter preciso y extraordinarios balances que denotan el acabado y entusiasta trabajo de Izquierdo.
El sentido dramático que impuso el director para “El Retablo de Maese Pedro”, habría sido difícil de conseguir de no contar con el sobresaliente trío de solistas que participaron en él.
María José Brañes estuvo estupenda en el difícil papel del “Niño”, pues debe mantener una línea de canto que perfectamente se puede tornar monótona. Lo hizo con excelente dicción y sentido dramático. Cuestión similar ocurrió con el tenor Gonzalo Cuadra, que asumió con un histrionismo ejemplar el papel de “Maese Pedro”, logrando dar vida en toda su simpleza y humor a un personaje que requiere de una voz y una personalidad como la suya para conseguir el éxito obtenido.
“Don Quijote” en su loco lirismo, encontró en el barítono Patricio Sabaté a un interprete de excepción. El trabajo mancomunado de todos ellos junto a Izquierdo y la orquesta, consiguieron un resonante éxito, largamente aplaudido.
La velada se ceró con “Danzas y Canciones del Amor Brujo”, también de Manuel de Falla. Actuando Claudia Godoy, la orquesta volvió a sorprender por el robusto sonido logrado que se agrega como otro valor. Izquierdo, empapado del espíritu de la obra, consiguió lo mejor de cada uno de ellos. En el caso de la cantante, pensamos que su voz no es la más adecuada para este papel. Es muy pequeña y le faltan graves, pero hay algo más importante: su interpretación es “académica” y no tiene ese carácter “popular” y gitano que requiere el papel. En este caso su buena voluntad y musicalidad no fueron suficientes. Ella tiene material para otro tipo de repertorio.
En todo caso, esta consideración no resta para el éxito final de esta obra, donde Juan Pablo Izquierdo, mostró su total afinidad con este repertorio.