Es argentina y vive en Pacheco, localidad a cincuenta kilómetros de Buenos Aires, pero si ya es una paradoja que actúe más seguido en Inglaterra y EE.UU. que en su propia ciudad, qué queda para Chile: la cantante y compositora Juana Molina, una de las voces más singulares de la música argentina en la última década, tocará después de más de una década de carrera por primera vez en nuestro país, el jueves 6 de septiembre en el Teatro Oriente de la capital y el viernes 7 en La Piedra Feliz de Valparaíso, con el cantante Gepe como anfitrión.
Juana Molina ha sido cada vez más objeto de atención no sólo fuera de su país, sino de su continente. Aunque su ya distante primer disco, Rara (1996), apareció en medio de la oleada del "rock en español" de los '90, la cantante se cambió luego a Los Angeles, California, y la música atmosférica y quieta de sus tres recientes discos, Segundo (2000), Tres cosas (2003) y Son (2006), ha sido apreciada en países como Inglaterra, donde funciona su sello disquero, y EE.UU., donde su hito más citado es la aparición de Tres cosas entre los mejores diez discos de 2003 según el ‘New York Times’.
"Pero el show es el mismo en todas partes, ¿eh?", cuenta, segundos después de tomar el teléfono en su casa en Pacheco, a propósito de su venidera visita a Chile. "Hay algunas canciones de Segundo y una o dos de Tres cosas, pero el setenta por ciento es de Son".
–¿Y de "Rara" nada? ¿Demasiado lejano?
"Mmh. Creo que no. Sí, es muy lejano. Las toqué tanto esas canciones que ya no sé si las puedo seguir tocando".
Juana Molina sola, con guitarras, teclados y bases electrónicas: así es su concierto, en un escenario desnudo. "Bueno, desnudo con muchos cables", precisa. "Un cablerío es, bastante desprolijo. Trato de hacerlo lo más ordenado posible, pero los cables se imponen". Y fiel a su agenda cosmopolita, sus primeras actuaciones después de editar Son fueron en Europa y EE.UU. "Pasando por toda la parte del centro de Estados Unidos, que es muy rara".
–¿Rara en qué sentido?
"Y, porque la gente es distante, está más expectante también. Por ejemplo Minneapolis, o Madison. Son ciudades muy civilizadas, pero son remotas igual. En realidad donde más me gusta tocar es en San Francisco, Portland, Seattle, Vancouver que es en Canadá, y Nueva York. Son las cinco ciudades más energéticas. También me gustan mucho Glasgow y Londres. Empiezo a tocar y ya siento una alegría".
–¿Cómo es para ti tocar en Argentina?
"Depende de los lugares. A veces cuando toco en lugares medio caretas va gente porque leyó en el diario que tiene que ir. Entonces va a inspeccionar. Y es difícil escuchar algo de lo que no conozcas siquiera un poquito. Yo voy a ver un show de alguien que no conozco y al quinto tema ya me cansé, por más que sea buenísimo. A menos que sea una cosa extraordinaria. Que eso sí me pasó cuando fui a ver a (la banda de post-rock de Chicago) Tortoise".
–¿Dónde, cuándo?
"Eso fue el ’99, en Los Angeles. Yo tenía solamente un disco de ellos y me mataron. Yo quería más y más. También me pasó con (el trío de música electrónica inglés) Underworld, en Los Angeles en el mismo año. Eran shows que iba a ver cuando vivía allá".
–¿En ese sentido qué esperas del público aquí?
"No tengo ninguna expectativa, por suerte. Más bien voy muy tranquila".
Horneros, benteveos, torcazas, zorzales
Las melodías con las que Juana Molina a veces se acerca desde la quietud al recogimiento conviven además en las canciones de Son con ruidos naturales de viento, agua y cantos de pájaros. Y no son efectos de sonido. "Esos pájaros viven acá conmigo, entonces a veces se filtran en las grabaciones y me pareció que era momento de hacerlos participar de una manera más activa. Son horneros", explica, en alusión a una especie de paseriforme (Furnarius rufus) muy común en Argentina que se caracteriza por construir vistosos nidos con forma de pequeños hornos de barro.
–¿Son sólo horneros o tienes otros pájaros en el jardín?
"Según el disco. En Segundo hay muchos benteveos", agrega, esta vez acerca del característico pájaro llamado también pitogüé o incluso bicho feo (Pitangus sulphuratus). "En Tres cosas hay torcazas (Zenaida auriculata, la misma que en Chile conocemos como tórtola). Y en éste también hay unos zorzales (pájaros del género Turdus, que también viven en Chile). El canto del zorzal es menos musical que en la ciudad. Pero me encanta porque es como un lamento. Porque ahora hay pájaros que imitan las alarmas de los autos. Es tremendo".
–¿Y en cada disco hay una sola especie de pájaro, es un orden?
"No, el benteveo fue porque en un momento estaba grabando una canción que se llama justamente ‘El mantra del bicho feo’, y cuando paraba de cantar había un benteveo en la ventana y se metía. Y yo decía ‘Qué suerte que está cuando no canto, porque así lo puedo sacar’. Después lo escuché y qué lindo, lo dejé ahí. Y se me ocurrió grabar a eso de las siete de la tarde, en la primavera, cuando empieza a atardecer, que cantan todos los benteveos al mismo tiempo, es un despelote, y lo agregué. Hay como un minuto de benteveos solos".
–¿Y los horneros?
"Con los horneros yo estaba tocando una canción en el jardín y de golpe se pusieron justo en un pasaje de la canción y se largó esa especie de cascada que hacen ellos cuando cantan a dúo. Y yo casi me muero y dije ‘Esto tengo que repetirlo’. Por supuesto me llevó meses tener el grabador al mismo tiempo que ellos cantaran. Y un día los pesqué y grabé un montón, un día de lluvia. Entonces me quedaron horneros con lluvia".
–¿Se supone que son discos que grabas sola, pero igual tienes músicos invitados?
"Eh, en el último casi no, me parece…".
–Me refiero a los horneros, los benteveos…
"Ah, por supuesto, sí. Me olvidé de acreditarlos. Yo no sé si en Santiago es igual, pero acá en Buenos Aires hay muchísimos pájaros. En otras ciudades del mundo no veo tantos como acá".
–Acá en Chile hay un pájaro que se llama rara. ¿Allá no? ¿No es por eso que tu primer disco se llama así?
"¿Sí? No sabía. No, el disco se llama así por un estado de ánimo en que yo estaba".
La primera vez que fui yo
Rara es el primer disco de la historia de Juana Molina y data de una época en que el canal MTV Latino exportaba al continente las nuevas olas del "rock en español" en boga a mediados de los años '90. De hecho la audiencia chilena pudo conocerla ya entonces, como invitada a cierto programa llamado "Gustock" que conducía el rockero argentino Fabián Von Quintiero en ese canal. "Ah, claro…", recuerda. "Sí, se me había olvidado eso".
–El programa también era raro, de hecho. Era para que los músicos fueran a cocinar.
"Cierto. Seguramente fue el año ‘96. Yo me siento muy lejos de ese momento. Lejísimos. Sobre todo musicalmente. No en la esencia, pero sí en el modo de encarar la música. Yo todavía no era yo. No sabía cómo era yo. Yo creía que sabía, pero no sabía nada. Ahora por lo menos sé grabar discos, los últimos tres los grabé aquí en mi casa, y también veo la evolución en ellos".
–¿Tienes alguno favorito?
"Son me gusta muchísimo más que Tres cosas, ni hablar. Con Segundo tengo un cariño especial porque me parece un disco en el que por primera vez fui yo. Y puse lo que se me cantó, nadie me dijo si estaba bien o mal, hay canciones que no son ni canciones, son unas músicas que qué sé yo si a alguien le gustan. Me gustan a mí, y con eso ya me alcanzó para que fueran parte del disco. Entonces tengo un gran orgullo de Segundo, pero me parece que Son es mejor".
–¿Y con "Tres cosas" ni hablar?
"Tres cosas, de los tres, es el que menos me gusta".
–Y es el que más le gustó al crítico del New York Times.
"Sí. Y bueno, es que en un punto es más cristalino y más profesional".
–¿No esperabas el alcance internacional que tuvo Tres cosas? A raíz de eso saliste de gira con David Byrne…
"Fue un efecto no esperado, pero también creo que Segundo apañó eso, le dio la posibilidad a Tres cosas de ser quien fue. Yo cuando terminé Son estaba tan contenta. Porque no sé cómo fue que me salió. Me salió muy rápido, además, lo empecé en octubre y lo terminé en diciembre".
–El músico inglés Four Tet hizo una remezcla de una canción tuya. ¿Cómo quedó?
"Los remixes de Four Tet son muy personales porque es imposible reconocer nada. No es que reconozcas la canción y suene distinta: la canción la desintegra. Después pongo el original y digo ¿Cuál es el remix?".
–¿Es más frecuente que te acerques a músicos extranjeros que a los del propio Buenos Aires?
"Sí, porque como estoy en un sello inglés, y además toco mucho más allá que acá…".
–¿Pero hay algo muy local en tu música? En discos previos hay títulos como "Vaca que cambia de querencia" o "Sapo de otro pozo", que son muy argentinos, ¿no?
"Bueno, ‘Vaca que cambia de querencia’ es del ‘Martín Fierro’", explica, acerca del más célebre poema de la literatura argentina, de José Hernández.
–¿Y sapo de otro pozo es como decir harina de otro costal?
"Sapo de otro pozo es cuando estás en un grupo y no te reconocés, no te hallás".
–Acá eso es pollo en corral ajeno.
"Ah, ahí está. Es eso. Y creo que en inglés se dice pescado fuera del agua".
–¿Ahí está lo argentino?
"Es que uno crece en un lugar y no sabés muy bien lo que chupaste del lugar y qué sos vos. Es una fórmula que no podés discernir bien".
–Que haya horneros en tu disco ya es un comienzo.
"Bueno, eso sí. Es el pájaro que llegó a esa canción cuando estaba sentada en el jardín tocando la guitarra. Además es nuestro pájaro nacional. Es argentinísimo".