Cuando vio en acción a estos muchachos de barbilla de chivo, gafas ahumadas y boinas, Louis Armstrong comentó: "Parece que tuvieran un ataque de tos mientras tocan". Count Basie también tuvo su opinión: "Tocan como si les pisaran un pie".
Abajo del escenario estaban los maestros del jazz tradicional y del swing, y arriba, unos jazzistas desconocidos, jóvenes y revolucionarios, con una música nueva y vibrante que pronto se conocería como "bebop": Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Charlie Christian, Kenny Clarke. Era lógico que para un entorno acostumbrado a la curvatura de las ondas del swing oscilante, tal cantidad de ángulos rectos y esquinas afiladas en la música iba a ser considerada un ataque a las buenas costumbres.
Lo fue durante los primeros años de esta revolución joven, hacia los inicios de la década de 1942, cuando los críticos vaticinaron "el fin del jazz" o, peor aún, "el fin de la música". El tiempo le dio la razón a Charlie Parker.
El investigador Joachim E. Berendt lo apuntó en sus textos de análisis historiográfico: "Cuando Armstrong apareció en la música, los trompetistas debieron cambiar su forma de tocar. Cuando apareció Parker, todos los instrumentos estuvieron obligados a cambiar".
El fin de una era
Esa eclosión se detonó en un viejo club del Harlem neoyorquino llamado Minton's Playhouse. Allí acudían estos músicos nuevos sin planes de nada. Sólo tocar en el lenguaje que se sentían más identificados.
Parker lo hizo primero en el saxo alto, pero lo siguieron de inmediato Gillespie y Fats Navarro a la trompeta, Thelonious Monk y Bud Powell al piano, Ray Brown y Charles Mingus en el contrabajo y Kenny Clarke y Max Roach en la batería.
Este 15 de agosto Roach falleció y dejó al descubierto lo que ya no se puede seguir escondiendo: el fin de la generación bebop original. Roach tenía 83 años y como Gillespie sobrevivió largo tiempo al "estilo de vida de los músicos" y a las enfermedades predadoras que enviaron al cementerio a gente como Charlie Christian (a los 26 años), Fats Navarro (a los 27), Bud Powell (a los 42) y a Charlie "Bird" Parker (a los 34). La famosa crónica de la muerte de Bird hace nota sobre el apunte del médico forense: "Hombre de 55 años mal llevados".
Otros llegaron a la adultez, pero también desaparecieron. Mingus vivió hasta los 57 años, Monk hasta los 65. El saxofonista Dexter Gordon alcanzó los 67 años y el trompetista Howard McGhee, los 69.
El Benjamín de esta generación es Miles Davis. Su condición física sobresaliente lo hizo soportar todo tipo de excesos pero también falleció a los 65. Y estéticamente sus logros están fuera del bebop aunque se inició en el quinteto de Parker a los 18 años.
Es la generación magistral que instauró la figura del quinteto, impuso los unísonos, el vértigo y el dominio de la técnica instrumental, y la que redujo las frases musicales a ángulos rectos y a abreviaturas explosivas o siglas, como lo es hoy el lenguaje xat o "chat": "Se elimina cualquier nota innecesaria y todo se comprime a la menor medida posible", dice Berendt.
El último boper
El bebop perdió a Max Roach, su penúltimo sobreviviente, el músico que convirtió la batería en un instrumento melódico más del quinteto. Pero eso significa que aún queda un boper vivo. Se llama Roy Haynes. Tiene 82 años, comenzó tocando bebop en 1942, a los 17, y luego tocó en el quinteto de Charlie Parker.
"Sigue trabajando, rodeado de brillantes músicos jóvenes, como Danilo Pérez o John Patitucci. Es muy atlético de apariencia, se mueve con agilidad y viste ropas estrafalarias. La última vez que lo vi tocar estaba... ¡de buzo dorado!", cuenta Roberto Barahona, disc-jockey de jazz chileno desde California.
Haynes es la excepción a la norma bebop de autodestrucción a manos de la heroína, la droga hipster llevada desde Estambul a Nueva York. Su último disco fue "Whereas", editado en 2006 junto a la banda que Haynes bautizó como La Fuente de la Juventud.
Onomatopeya hipster
Los músicos jóvenes de la revolución bop aparecieron hace 65 años. Sólo queda un testigo de esa música experimental y vanguardista que comenzó como una humorada y terminó definiendo todo el jazz de la era moderna: el bebop.
"¿Qué es?". Dizzy Gillespie fue el único que intentó una explicación real: una onomatopeya que refleja el intervalo musical más popular de la época, la quinta disminuida. La palabra "bebop" se formaba por sí sola cuando se cantaba este salto melódico.