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Nesterowicz , Marambio y los polacos

31 de Agosto de 2007 | 12:50 |
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Ángela Maureen Marambio llegó precedida de gran éxito en teatros de Milán, Nueva York y Londres.

Juan Millán

Una apuesta muy arriesgada fue la de este programa de la Orquesta Sinfónica de Chile, junto a su recién nombrado director titular Michal Nesterowicz, consistente en tres obras contemporáneas de compositores polacos.

Apuesta marcada por el éxito no sólo en lo musical sino también en cuanto a convocatoria. Hasta el Teatro Baquedano llegaron más personas de las que se pudo imaginar. Y entre estos, muchos jóvenes atraídos por la sinfonía de Gorecki, autor que goza de amplio prestigio entre la juventud.

La primera obra de esta particular velada fue “Juegos venecianos” de Wiltold Lutoslawski, escrita por encargo de la Bienal de Venecia de 1961 y estrenada en las actividades paralelas a esa muestra de arte. Es una obra para una orquesta pequeña, donde lo “aleatorio” (improvisado) juega un papel de importancia.

Ello se alterna con segmentos melódicos, a veces minimalistas, tonales, atonales o serialistas. Con esto se obtiene una serie de colores, timbres, en secciones bastante breves. Los instrumentos son exigidos en todas sus posibilidades sonoras, y recién en sus dos partes finales aparecen sugerencias más concretas, así como arcos dinámicos.

La orquesta respondió a cada indicación de la batuta con la máxima atención, logrando una muy buena interpretación, la que no obstante fue acogida con cierta frialdad por el público.

De Gorecki a Penderecki

Enseguida Guillermo Lavado, apareció como el magnífico solista del “Concierto para Flauta y Orquesta” de Krzysztof Penderecki. Respondió a cada uno de los enormes desafíos que plantea su autor con admirable seguridad. En este cometido fue excelentemente secundado por la orquesta, la que también fue bastante exigida a lo largo de toda la partitura.

Tal como ocurre en otras obras de Penderecki, en ella se mezclan lo tonal con la atonalidad en una alternancia de gran coherencia que logra captar constantemente el interés de los oyentes. Nesterowicz manejó diestramente los balances en la orquesta, la que a pesar de no ser muy numerosa, incluye variadas percusiones. Los largos aplausos reconocieron tanto en el solista como en la orquesta, la estupenda versión ofrecida.

Los tres lamentos, para soprano y orquesta, que dan estructura a la “Sinfonía N° 3, Op. 36, “Sinfonía de los lamentos” de Henryk Gorecki, cerraron esta noche de éxitos contemporáneos.

En una interesante ambientación, con luz en los atriles, y bajando la intensidad en el escenario, para destacar con un foco a la soprano, se dio el marco preciso para una notable versión.


El dominio total de la partitura demostrado por el director fue patente en su manejo de balances, progresiones dinámicas y dramáticas, y en esa exquisita musicalidad que mantuvo al público en suspenso durante toda la obra.

La estrella invitada

Desde el expresivo canon que inician los contrabajos, al que luego se suman el resto de los instrumentos de la orquesta, cada músico demostró una compenetración total con la obra, tanto como con el director, mientras la soprano Maureen Marambio, emocionaba con su bella voz, sólido fraseo y expresividad.

Los fundidos sonoros de cuerdas, maderas y bronces, que sustentan el canto en la segunda parte mostraron la capacidad en el manejo dinámico de la ilustre solista.

Por otra parte, en la sección final, que cuenta con una línea de canto más eslava, sirvió para ratificar el triunfo musical. Tanto de la solista, como de la orquesta y el director. Todos recibieron la más justificada y larga de las ovaciones.

De este concierto se deduce que si se quiere hacer una apuesta atrevida e interesante, es necesario contar con solistas, una orquesta y un director de primera línea, tal como ocurrió en esta oportunidad.

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