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Cuecas… vida y tradición

15 de Septiembre de 2007 | 02:39 |
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El primer disco de cuecas de Cuncumén tiene 39 años, se llama El gallo y la gallina (1968) y es un LP con canciones agrupadas de a tres, como se usa para bailar en toda vieja grabación de cuecas que se precie de tal. El segundo es éste, que tiene un eslabón con el anterior en la nueva versión de la cueca "El gallo y la gallina", pero que sobre todo alcanza una magnitud mayor. Iniciado en 1953, este fundamental conjunto folclórico chileno acaba de hacer aquí una antología de la cueca que atraviesa distintos tiempos y espacios.

El sello de Cuncumén está desplegado en lo coral de estas cuecas, muchas veces entonadas a dos voces entre los hombres y mujeres del grupo. Y el método también es claro, a base de recopilaciones, propias o de folcloristas como Margot Loyola, Gabriela Pizarro, Fernando González Marabolí y Patricia Chavarría. Con esas constantes, lo demás entre estas 24 cuecas es diversidad. Si es por los arreglos, hay desde una instrumental tocada por Pablo González, también alumno de guitarra del profesor Ernesto Quezada en la Universidad de Chile, hasta cuecas con guitarra y piano. Aunque no sea su especialidad, Cuncumén se interna en la cueca urbana cantada por los hombres de la casa, y en las antípodas de la calle el grupo ambienta mejor aún una tertulia de hace dos siglos con un par de zamacuecas en las que es un descubrimiento encontrar la misma métrica y estructura de la cueca de hoy, aunque con la solemnidad de salón de un piano.

Esos y otros momentos son pasajes para viajar entre diversos ambientes. La cueca campesina "Los fatales", recopilada en Alhué por la directora del conjunto, Mariela Ferreira, convive con la decoración de las desaparecidas casas de canto santiaguinas como la de Ismael Carter, vigente hasta 1942, que la propia Margot Loyola retrató en su LP Casa de canto (1966). Y según el tema, hay cuecas históricas dedicadas a Balmaceda y Carrera, y un ejemplo de cueca de velorio en "Los leñeros", que además es de angelito, tradición campesina chilena de velorio de niños, cuyo recogimiento Mariela Ferreira transmite sólo con voz y guitarra. Entre esa gama, un momento especial de esta antología es la cueca punteada "No quiero querer a nadie", por el solo recorrido que ha hecho. La cantora Purita Martínez, de Pomaire, la enseñó a Margot Loyola. Ésta la enseñó a Gabriela Pizarro, de Millaray. Ella la enseñó a Cuncumén. (Hace tres años la descubrió Gepe y la cantó en el único disco del desaparecido dúo Taller Dejao). Y ahora en Cuncumén la entona Laura Cárdenas, la cantante más nueva del grupo, y ella termina de confirmar que en este disco hay cuecas para bailar, para escuchar, para recogerse y para emocionarse.

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