Sólo bastan segundos para empezar a creer casi ciegamente que el ego de Julio Iglesias (64) ya es una fiera domesticada. Él mismo, sin intermediarios y para iniciar la entrevista, llama desde España y se presenta: "Hola, habla Julio Iglesias, ¿qué tal?". Siguen los minutos y el español invierte la lógica reporteril al apoderarse del rol de entrevistador: "¿Y cómo está Chile?", dispara de entrada. "¿Tu abuela o tu mamá escuchaban mi música?", continúa, como desplegando un barómetro para entender qué edad tiene el mundo que lo rodea.
Pero el ego del cantante español más importante y vendedor de todos los tiempos no sólo está a raya: en el último tiempo también fue bombardeado. Fue en abril, en la gira que lo traerá este sábado 29 de septiembre al Arena Santiago y probablemente el 4 de octubre a Concepción, cuando Iglesias explotó al ver cómo su voz se perdía en un semivacío teatro de Paraguay. "Es una de las pocas veces que hago un show para tan pocos. No lo puedo entender paraguayos", fue la rabieta que dio la vuelta al mundo.
-¿Ahí el ego sufrió un poco?
-Es que todos los artistas somos así. Es lógico cuando la gente te quiere, cuando llegas al aeropuerto Pudahuel y te dicen "¿cómo va Julito?". Me dio rabia ir a un país tan querido y que pusieran los precios tan altos en un lugar tan exclusivo, porque no me enteré tampoco. Siempre me gusta calibrar la cantidad de gente que me ve y los precios. Cometí el error de enojarme y el público no se lo merecía, fue un momento muy poco profesional.
-Pero fue honesto. ¿Le cuesta escapar de su personaje formal?
-Más bien traté de ser cariñoso. A veces es bueno sentir ese miedo de que el público puede dejarte, eso te quita el ostracismo y la comodidad.
Si de honestidad se trata, pocas veces la prensa capturó la emotividad de Julio Iglesias como a fines de 2005, cuando falleció su padre y uno de los mayores impulsores de su carrera, el doctor Julio Iglesias Puga: "Mi padre fue una raíz profunda en mi familia y mis hijos. En mi padre veo a mi hijo Enrique, él es profundamente su imagen. Pero con su partida se fue un gran amigo, el hombre que mejor me aconsejó, el que más creyó en mí. Era mi fan total".
-¿Podría decir lo mismo de su relación con Enrique?
-Es distinto, él tiene sangre de campeón, y a los campeones no hay que juzgarlos, sólo hay que soplarles para que sigan igual. Él tampoco acepta muchos consejos.
Aunque el hombre de "Hey" reconoce en su padre y en su familia (ocho hijos y está emparejado con Miranda Rijnsburger) los grandes motores de su carrera, hay un eslabón casi cliché: el Festival de Viña 1969.
Hoy, y a diferencia de otras veces, la nostalgia cede a la contingencia: "Ya cumplí mi ciclo en Viña, para mí es irrepetible. Siento que ya no es mi tiempo, no quiero repetir cosas que simplemente no puedo repetir. Me han ofrecido volver, pero ya cumplí mi misión ahí. Ahora voy a China, me queda poco tiempo para hacer algunas cosas, no soy un chaval. Igual no he pensado en el retiro, me quedan 25 años para eso".
A cambio, promete un retorno que repasará sus hits, desde "Abrázame" y "Me olvidé de vivir", hasta "Crazy", sin mucho foco en Romantic classics (2006), donde revive hits de The Cars, Foreigner y George Michael.
"No me siento orgulloso de ese disco, no me gusta como lo hice, fue como nadar con fiebre: sientes todo frío", comenta. Luego grafica: "Fue un desliz, como esas novias que no te quieren y después se olvidan de ti. No te olvidas tú, se olvidan ellas, que es peor. A mí también me ha pasado, ¡hombre, pasa hasta en las mejores familias!".
Los lazos que aún no se enfrían son los que tiene con figuras del espectáculo chileno como Lucho Gatica ("estoy a su disposición para participar en su disco de dúos"), César Antonio Santis ("me ayudó mucho") y Cecilia Bolocco ("la conozco desde cría").
Con la ex Miss Universo, y enterado del paparazzeo de mayo pasado, el cantante arma su teoría: "Los paparazzi son necesarios y existen porque existimos nosotros. No hay que darle más vuelta. Ellos son independientes y lo hacen muy bien, son seres humanos que existen en el periodismo y son tan válidos como otros". Y remata: "En vez de hacer tonterías en un lugar público, mejor esconderse y no hacerlas. ¡Después te sacan con una teta al aire y claro que te harán daño!".
El concierto
Los tickets para ver al español en Arena Santiago las entradas van desde $19.500 (Platea alta) hasta $185 mil (Ruby). Hay un 60% vendidos y se pueden comprar en www.feriaticket.cl.