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Autor colombiano se introduce en la crisis de la última tribu nómade del Amazonas

Mario Mendoza —quien contó la historia de un compañero que se transformó en asesino en serie en "Satanás"— vuelve con "Los hombres invisibles", una novela sobre el viaje de un hombre con una tribu descubierta en 1988 y que hoy apenas sobrevive.

02 de Octubre de 2007 | 12:08 | Sebastián Cerda, El Mercurio Online

SANTIAGO.- Hasta 1988, un pueblo vivía en Colombia en su más puro estado de naturaleza. Considerados como uno de los últimos grupos nómadas de la Tierra, caminaban cientos de kilómetros por la selva amazónica en busca de mejores oportunidades de caza, pesca y recolección de frutos.


Sin embargo, ese año su exitencia fue descubierta por la llamada "civilización", y el panorama para los Nukak-Makú comenzó a cambiar radicalmente. Les introdujeron enfermedades, fueron sometidos a trabajos pesados, desplazados, y hoy se encuentran en un verdadero corredor intervenido por el ejército colombiano, grupos paramilitares, la guerrilla y el narcotráfico.


Es en esa tribu en la que se introdujo el escritor colombiano Mario Mendoza para ambientar su nueva novela, "Los hombres invisibles", la primera que publica tras el éxito de "Satanás" (2002), la historia de un ex compañero de Mendoza que en 1986 asesinó a 29 personas en Bogotá (ver recuadro).


Hasta ella llega un hombre tras ser abandonado por su esposa, poco antes de perder a sus padres. "En la época en que publiqué 'Satanás' se empezó a detectar que detrás de las grandes autopistas de información había una reversibilidad de los sistemas comunicativos. Es decir, a mayores autopistas de información, menos nos comunicábamos. Esa especie de nueva soledad yo la trabajé allí con el asesino en serie. Lo que me pregunto ahora es lo contrario: Ya sabemos que no se trata de quedarnos aislados, solos. Entonces, ¿de qué se trata? De ir en busca de los otros, de los demás", cuenta Mendoza.


Por esto, el escritor embarca a Gerardo, el protagonista de la novela, en lo que llama un "on the road" en busca de esos otros, que serán precisamente los malogrados Nukak-Makú.


El libro llamó la atención de la crítica en América Latina, que consideró que con él Mendoza se alejaba de su sello, uno de ciudades y violencia, para adentrarse en los descubrimientos personales de un personaje en plena jungla.


-Así como en "Satanás" te centraste en un episodio que se topa con tu historia personal, ¿hurgaste aquí también en algo que viviste?
-No. De todos modos, cuando me puse a escribir aparecieron noticias internacionales sobre los Nukak-Makú. Ésa fue una extraña coincidencia. La novela es sobre un personaje independiente, pero que va cumpliendo unas aventuras que yo mismo cumplí cuando salí para la selva, apenas me enteré de las noticias. Empaqué en dos horas y salí al aeropuerto a buscar qué estaba sucediendo, justo cuando yo comenzaba una novela al respecto.


-¿Y con qué te encontraste?
-Un panorama desolador, aterrador. Incluso en la última página de la novela puse una nota explicativa sobre esta tribu. Después haría un par de viajes más, siempre recogiendo material, viviendo, experimentando en carne propia lo que debía experimentar el personaje. Ésta es una tribu que está aniquilada, destrozada, los colonos los tienen prácticamente como esclavos. Ellos aparecieron en el 88 y en los últimos 20 años los han explotado, masacrado. Hoy tienen tuberculosis, gripe, muchos tienen problemas pulmonares, gastrointestinales, sífilis. Enfermedades que no conocían. Incluso no conocían el azúcar, tenían una dentadura perfecta, y hoy son adictos. Los colonos los explotan y al final les pagan con caramelos. Es una de las condiciones más infrahumanas. En la novela, cuando el protagonista viaja con estos hombres entiende, por fin, lo que se venía preguntando desde el comienzo.


-¿La novela es también tu llamado de alerta ante estas situaciones?
-Sí, claro. Yo espero que al final, cuando el lector lea esa página casi de noticia, entre a internet, investigue, tenga curiosidad, y ojalá que de todos modos exista una cierta voz de alarma.

La huella de "Satanás"

En 1986 Mario Mendoza realizaba su tesis de Literatura, en la Universidad Javeriana de Bogotá. Entonces conoció a Campo Elías Delgado, un compañero de estudios que le pidió compartir bibliografía, y con el que desarrolló una relación basada en esa académica dinámica. Eso hasta el 4 de diciembre de ese mismo año, cuando Elías asesinó a 29 personas en distintos puntos de la ciudad, antes de acabar con su vida.


Los hechos, por supuesto, quedaron inscritos en la memoria de Mendoza, quien trató de llevarlos a un relato en más de una ocasión, antes de publicarlo definitivamente en 2002, bajo el nombre de "Satanás".


La novela no sólo fue un éxito. Además de traer el reconocimiento para el autor, con el Premio Seix Barral, fue llevada al cine bajo el mismo nombre, cinta que hoy Colombia postula al Oscar como mejor película extranjera.


"El haber sido compañeros de clases, haber compartido con él ese último semestre del 86, inevitablemente me produjo ciertos cargos de conciencia en los años siguientes, pero con el tiempo vas comprendiendo que es una cosa azarosa. Escribir la novela de alguna manera fue también quitarme el peso de esa proximidad con el asesino. El hecho de haberlo conocido entre bambalinas, era un contacto no sólo riesgoso, sino también desagradable. Escribir siempre será una buena oportunidad para quitarte de encima todo eso", piensa hoy.

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