El escritor ha firmado varias veces un libro suyo con el que alguien se le acerca, en algún rincón de Monterrey.
El MercurioMONTERREY.- "Dicen que estoy bien, pero no me la creo", dice con mirada traviesa y sonrisa pícara el premio Nobel de Literatura colombiano, Gabriel García Márquez, quien en estos días ha dejado su habitual encierro para pasear por la ciudad mexicana de Monterrey.
Los habitantes de la capital del estado de Nuevo León, conocida por su pujante industria, están acostumbrados a las constantes visitas de hombres de negocios y ahora ven, con una dosis de asombro, cómo el máximo exponente del surrealismo mágico se pasea pos sus calles, come en sus restaurantes y visita sus museos.
Si bien la presencia de García Márquez en Monterrey es regular al menos una vez al año, pues aquí se entrega el premio de la Fundación Nuevo Periodismo creado en 1994 por el Nobel colombiano, el escritor se ha tomado unos días para recorrer el Foro Mundial de las Culturas que se realiza en Monterrey.
"Don Gabriel anda de muy buen humor estos días, la gente se le acerca y le pide que le firme sus libros, y él accede, muy sonriente", comenta uno de los guardias de seguridad que discretamente ha seguido sus pasos en algunos de los eventos públicos a los que ha asistido en Monterrey.
"Alcancé a escuchar que un señor se le acercó con su esposa y sus hijos y le dijo: 'Don Gabriel, vengo a que mis niños lo conozcan, así como mi papá me llevó a conocerlo a usted'. Y García Márquez se puso a juguetear un poco con ellos", añadió el guardia.
Fiel a su regla de no hacer declaraciones a la prensa, el autor de "El amor en los tiempos del cólera" da la espalda o con la mano se tapa la boca ante los ansiosos reporteros de Monterrey, que buscan sacarle al menos una declaración o un saludo.
En una pregunta fuera de grabadoras, García Márquez —que el pasado 6 de marzo, en su cumpleaños número 80, puso de cabeza a medios de comunicación de México y Colombia, que ansiosos querían saber dónde estaba— reconoció con gesto pícaro que se la pasó en Cartagena de Indias.
"No les haga caso, estaban borrachos", añadió el escritor a la pregunta de que ese 6 de marzo unos mariachis aseguraban que le habían llevado serenata a su casa de la Ciudad de México, y otras fuentes daban cuenta de haberlo visto en Cuba.
En otro de sus paseos por Monterrey, un asombrado grupo de diputados locales, que no daban crédito de ver al colombiano entrar el pasado fin de semana a un restaurante a degustar los cortes de carne de la región, enviaron a sus ayudantes a buscar la librería más cercana para comprar libros de García Márquez, quien gustoso los firmó y los dedicó.
"La lotería me la saqué el día que nací", respondió el creador de "Cien años de soledad" a un vendedor de billetes de lotería que se le acercó, a la salida del restaurante, para tentarlo con un billete de la suerte.