Demasiado cool, demasiado snob. El proyecto de Bossa n' Stones se queda en la onda y no logra prevalecer musicalmente.
ArchivoSiempre es posible empujar los límites, pero la vara dejada por Bossa n' Stones la noche del viernes en la ex enoteca del cerro San Cristóbal quedó definitivamente alta. Una cota superior en esnobismo musical.
La mezcla de bossa nova y el repertorio de la banda de Jagger y Richards -más unas cuantas selecciones de Bob Marley y Guns N' Roses-, puede ser una opción a la hora de compartir un cóctel entre amigos, pero en directo es un show plano, chato, sin atractivo escénico particular.
Muy correcta la banda (y pésima la mesa de sonido, que los primeros tres temas fueron insufribles), como aburrida la voz femenina que corona esta mixtura. Empecinada en dotar todas las canciones de una impostada áurea sensual, se remitió a susurrar, entonando apenas. Así, la carga erótica inherente a la música de The Rolling Stones quedó reducida a un pellizco cursi.
El público asumió el concierto tal como transcurre una cita de happy hour: conversando animadamente mientras la música corría de fondo, intrascendente y desechable.