La película "La vida me mata" de Sebastián Silva participa en la competencia oficial del Festival de Valdivia.
Juan Ernesto Jaeger, El MercurioVALDIVIA.- Ya había dejado su huella en el reciente Santiago Festival Internacional de Cine y ahora fue el turno de Valdivia, donde la película "La vida me mata", de Sebastián Silva, participa en la competencia oficial y ha tenido una positiva recepción del público, como ha sido la tónica con las producciones nacionales.
Una galería de extraños personajes circulan en secuencias en blanco y negro, con una importante cuota de humor oscuro, en este filme que significó el primer trabajo como cineasta de Silva, con una trayectoria más ligada a la pintura y la ilustración.
En Valdivia, con la memoria fresca de su debut de anoche en el Teatro Lord Cochrane ante una sala llena, el director se sentó a conversar con Emol sobre el presente y el futuro de este proyecto que llegará a los cines comercialmente el próximo 1º de noviembre con 12 copias.
"No sé si de forma simultánea en Santiago y regiones", comenta.
-¿Cómo fue la recepción de la película acá en Valdivia?
-Buena. Ayer se mostró por primera vez en Lord Cochrane y estaba lleno. Se reían cuando había que reírse y nadie se salió, lo que también es bueno, porque la gente se sale antes en los festivales especialmente. Los comentarios también han sido muy buenos. Después de la película nos quedamos conversando con la audiencia y se quedó mucha gente, más de la mitad. Fue muy entretenido y muy íntimo, desde el proceso de guión hasta detalles de actuación. Estuvo muy ameno.
-¿Por qué pensaste en el tema de la muerte para tu primera película?
-Cuando empecé a escribir el guión, tenía ganas de abordar el tema de la muerte, pero desde una desesperación de no poder comprenderla. Eso era lo que me movía a hacerla, la angustia de nunca poder entender lo que es estar muerto, porque voy a estar vivo hasta que esté muerto, cuando ya no tenga que entender nada. Partió de eso, de una inquietud personal de la imposibilidad de comprender la muerte. Partió como un ensayo de ficción más que una película tan película, como la que se ve. Pero cada escena era una pincelada sobre la muerte, una pincelada de distinto color de la otra. Eso por suerte agarró una línea más narrativa y se transformó en una película.
-La película trata el tema con un marcado humor negro.
-Sí. Una de las cosas que hablamos es que es un tema tan vasto, que yo siendo tan joven trate de sacar conclusiones tan serias con respecto a la muerte, probablemente es una mala idea. Entonces era bueno tener comedia en la película, porque saboteaba la gravedad y la seriedad que tiene la muerte. Era demasiado necesario para poder sobrellevar la película.
-Dentro de la película, resalta el personaje de Amparo Noguera como la persona más cuerda entre todos, pero como todos son tan excéntricos, ella finalmente es la "distinta".
-Puede ser, es como una mina que pareciera que se le pasó la vieja y tuvo que quedarse cuidando una familia. Se privó de tener una vida más personal, nunca se le ve una pareja o con un amigo. Está como entre el trabajo de cuidar al abuelo y en el hospital, para juntar unas chauchas para la casa, y también preocupándose de la estabilidad emocional de su hermano. Es como una mina que creció y quedó media sola. Sí yo siento que es la que tiene más sentido común en la película. Si yo tuviera que pedirle un favor a alguien de toda esa gente, se lo pediría a la Margarita (el personaje de Noguera).
-¿Por qué decidiste filmar en blanco y negro?
-Es un antojo la verdad, pero son dos motivos. Hay dos películas que me fascinaban que están en blanco y negro: "Who’s affraid of Virginia Wolf", con Elizabeth Taylor y "Whatever happened to Baby Jane", o también "La malvada" y una serie de películas en blanco y negro que yo estaba viendo entonces, que me tenían fascinado. Lo otro que también es importante, es que yo tengo una relación con el color no compleja, pero intensa. Yo pinto e ilustro, eso es lo que más he hecho, esto de las películas es súper nuevo. Entonces al hacer una película a color iba a estar demasiado pendiente de eso, de la paleta de colores que había en una escena, el equilibrio de los colores, entonces me iba a desconcentrar, lo que para mí era más importante en la primera película y ojalá en las otras, que era la narrativa y la dirección de actores. Era desprenderse de un elemento importante.
-¿Qué te parece que una película como la tuya, una ópera prima, pueda estar en la competencia oficial?
-Muy bien. La verdad es que no termino de comprender el criterio de selección de Valdivia. Para ser franco, hay algunas cosas muy buenas y otras muy malas que me ha tocado ver, unas cosas vergonzosas que están mostrando. Me parece muy abierto y bien desprejuiciado el festival. Pero sí es un festival que me gusta mucho, por las películas que han elegido como ganadoras en los últimos años y por la relación que tienen con los directores jóvenes. La verdad que toda la paranoia la viví más en SANFIC que aquí, porque era la primera vez y ahora se dio una muy buena oportunidad de ver películas, y para comprobar que la película está medianamente decente. La gente que rodea el Festival de Valdivia es mucho más cinéfila que la de SANFIC, tiene un amor por el cine más profundo. No sé si más intelectual, pero más cinéfilo, entonces es un poco más desafiante complacer al público. Y creo que lo complací.
-¿En qué otros festivales van a participar?
-Estamos haciendo un circuito nacional. Hicimos SANFIC, Valdivia y después vamos a Antofagasta, a Viña y después estrenamos (comercialmente). Y ahí empezamos algo más internacional. Recibimos un mail de Sundance, porque la querían ver, y otro festival en Miami. Me gustaría apuntar a festivales norteamericanos, porque me interesa más esa industria independiente. No los blockbusters, pero sí su cine independiente me conviene más a mí como autor.