SANTIAGO.- En una carta dirigida a la Ministra de Cultura Paulina Urrutia, aunque hecha pública por el propio firmante, Eduardo Carrasco, fundador del grupo Quilapayún y actual líder de la facción “chilena” de ese conjunto, anunció su renuncia indeclinable a sus cargos de miembro del Consejo de Fomento a la Música Nacional y de Asesor del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
El músico apunta en su misiva que la renuncia es producto del patrocinio que el propio Consejo de Cultura otorgó de la facción “francesa” de Quilapayún, que funciona principalmente en Europa a cargo de uno de los músicos de la historia media del grupo, Rodolfo Parada, radicado en Francia.
La renuncia “tiene que ver directamente con hechos que me demuestran haber perdido su confianza en mi trabajo como Consejero y también como Asesor”, escribe Eduardo Carrasco, argumentando que el mismo organismo para el que el músico trabajaba entregó su apoyo para una próxima gira del grupo de Parada a Chile.
El emblemático grupo de las voces tronadoras fue fundado en 1965 por universitarios. Fueron pilares jóvenes del movimiento de la Nueva Canción Chilena y representantes de la canción contingente y del apoyo al gobierno de Salvador Allende. Según Carrasco, el quiebre del conjunto se dio a partir de un intento de inscripción de la marca Quilapayún “perpetrada por Rodolfo Parada a espaldas del resto de los integrantes del grupo”.
“Surgió una disputa legal que opuso por un lado a los miembros históricos, reagrupados para el homenaje a Salvador Allende en el Estadio Nacional en septiembre de 2003, y por otro, a un conjunto ficticio liderado por el personaje citado con diferentes formaciones que en su mayoría nada tienen que ver ni con la historia ni con la obra de quienes han sido protagonistas en ella”, apunta en uno de sus párrafos.
Eduardo Carrasco, quien permanecía vinculado al Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y había participado en la elaboración del documento sobre políticas culturales con miras al Bicentenario, consideró desafortunada la situación y que fue pasado el “deber de neutralidad de las instituciones públicas ante conflictos privados”.
“Es triste, además, que una medida que afectaba directamente mis intereses, siendo yo además miembro del Consejo de Fomento de la Música Nacional, no haya sido conversada conmigo ni siquiera como información”.