Gustavo Cerati había anunciado sorpresas en el lanzamiento de la gira de regreso de Soda Stereo, el grupo más famoso del rock en español, que este miércoles 24 actuó en el Estadio Nacional. Y al comienzo hay sorpresas. Tras un entrada ganadora con el éxito "Juego de seducción", el trío argentino apuesta a tres canciones menos aparentes de su carrera, "Tele-k", "Texturas" y una en especial significativa, "Imágenes retro". La gente la reconoce y corea como "Telarañas". Y la idea es más o menos la misma.
Mis ojos perciben otra vez imágenes retro, dicen esos versos, premonitorios como pocos. "Retro" era una palabra nueva para cuando esta canción, ese disco (Nada personal, de 1985) y este grupo estaban activos en su primera época, a mediados de los años '80. El pop de moda no sólo eran los peinados nuevos y efectivamente raros como los que los propios Soda Stereo usaron para cambiar un folio generacional. Era además la primera vez en que la nostalgia estaba en boga, y citar a Humphrey Bogart, Marilyn Monroe o James Dean era igualmente new wave y creativo.
Retro hoy es una palabra usada hasta la saciedad, para vender ropa de temporada en multitiendas, radios de adulto ex joven o fiestas de los '80, ahora que Soda Stereo son en sí mismos imágenes retro y de nada más que de eso se trata la gira "Me verás volver": lo opuesto a lo nuevo. Es por eso que las sorpresas se acaban pronto en este espectáculo. Aparte a eso ayuda mucho que las canciones suenen en su mayoría tan fieles a las originales, desde la guitarra electroacústica de "Signos" hasta las tres claves y el cencerro de "Sobredosis de TV", desde la cita a los Beatles de "Cae el sol" hasta "La ciudad de la furia" entera.
El libreto del concierto a ratos es literal. "Santiago se ve tan susceptible", canta Cerati justo en esa última canción, en vez de la cita a Buenos Aires original. "Y yo soy", dice segundos antes: "parte de todos", completan y confirman la frase 65 mil personas en el estadio. "Chile: ya me acostumbraste", agrega el cantante luego en "Pic nic en el 4° B". El cierre es con éxitos tan calados como "Prófugos" y "Nada personal", pero ni el escenario gigante ni las cuatro pantallas de fondo con logradas proyecciones ni las gigantescas parrillas de luces sobre las cabezas del trío logran disolver cierta frialdad con que el grupo se ciñe a ese libreto, con un diálogo casi nulo entre los tres.
Momentos inesperados son una cita a "She was", de Talking Heads, o los tímidos segundos de reggaetón tras "Cuando pase el temblor", que a su vez se oye pegada a "Zoom" en otro buen efecto. "No se trata de ser cronológicos", dice Cerati en un momento, aunque hacia la segunda mitad del concierto el grupo sí se ordena más por etapas. Entonces pasan cuatro selecciones seguidas de Canción animal (1990), incluido el atractivo acertijo rítmico que el baterista Charly Alberti toca en "El séptimo día", o el bloque ruidoso del disco Dynamo (1992) entre "En remolinos" y "Primavera 0", que termina acelerada en otra muestra de instinto. Por lo demás hay tres músicos de apoyo en segundo plano, Tweety González, Leo García y Leandro Fresco, pero en un efecto parecido al que U2 ha demostrado ya dos veces aquí mismo, el grueso de la música que llena este estadio sale de una guitarra, un bajo y una batería.
No es mala idea hacer una gira de reunión. Los Prisioneros lo hicieron en su momento y no sólo fue uno de los mejores conciertos populares de la historia de Chile, sino también una cuenta pendiente nacional que era necesario ajustar. Pero esas dos jornadas de diciembre de 2001 en este mismo estadio fueron desbordantes. Y Soda Stereo hace lo suyo sin desbordar. Sin sobresaltos, casi, como otra canción de su repertorio. Esto parece un museo de cera, un simulacro demasiado real. Eso es. Lo escribieron ellos mismos, hace 22 años, en esa canción sobre telarañas que se llama "Imágenes retro". El nombre de esta gira es "Me verás volver" y un nombre más adecuado podría haber sido "No vuelvas sin razón", pero en rigor sería inexacto. Hubo 65 mil personas esa noche con una razón para llenar el Estadio Nacional. Eso al menos suma 65 mil razones, después de todo. Pruébame y verás que todos somos adictos: eso también lo escribió Soda Stereo, y también fue premonitorio.
La estadística
El grupo tocó 28 canciones en dos horas 40 minutos, y si es cierto que dejó fuera éxitos como "Por qué no puedo ser del jet set", "Te hacen falta vitaminas", "El rito", "Canción animal", "Ella usó mi cabeza como un revólver" y "Un misil en mi placard", eligió un cargamento de éxitos contundente. Su disco favorito fue Canción animal (1990), con seis de sus diez canciones, y luego siguieron Nada personal (1985) y Signos (1986) con cinco cada uno; Dynamo (1992), con cuatro; Soda Stereo (1984), con tres; Doble vida (1988) y Sueño Stereo (1995) con dos; y Zona de promesas (1994), con uno. Ésta es su lista de canciones en Santiago de Chile.
Juego de seducción (1985).
Tele-k (1984).
Imágenes retro (1985).
Texturas (1992).
Hombre al agua (1990).
En la ciudad de la furia (1988).
Pic nic en el 4° B (1988).
Zoom (1995).
Cuando pase el temblor (1985).
Final caja negra (1986).
Trátame suavemente (1984).
Signos (1986).
Sobredosis de TV (1984).
Danza rota (1985).
Persiana americana (1986).
Fue (1992).
En remolinos (1992).
Primavera 0 (1992).
No existes (1986).
Sueles dejarme solo (1990).
(En) El séptimo día (1990).
Un millón de años luz (1990).
De música ligera (1990).
Disco eterno (1995).
Cae el sol (1990).
Prófugos (1986).
Zona de promesas (1994).
Nada personal (1985).