SANTIAGO.- "Quiero ser lo más honesta, lo más sincera que puedo", aseguró la cantante mexicana Ana Gabriel en medio del concierto que ofreció la noche del sábado en Santiago. Pero la advertencia era innecesaria, ya que las más de diez mil personas (en su mayoría mujeres) que coparon el Arena Santiago conocieron de la intérprete mucho más que su repertorio musical.
Las casi tres horas en que Ana Gabriel permaneció sobre el escenario estuvieron cruzadas por las emociones: las de la cantante —que bailó, derrochó humor y simpatía, y también se quebró al recordar a su hermana fallecida— y las de un público absolutamente devoto.
Y aunque su calidez y humildad son evidentes, la intérprete de "Simplemente amigos" y "Quién como tú", no sólo se mostró fuerte a través de su vozarrón, sino que se enfrentó con vehemencia a los guardias de seguridad a quienes exigió dejar acercarse a sus fans, y regañó al público cuando la pifiaron por tomar una bandera de Argentina.
También hubo autocríticas. En medio de su presentación la intérprete azteca reconoció la necesidad que tiene de tomarse un tiempo para asimilar el duelo por la muerte de su hermana —a quien dedicó un tema en su último disco— y no "hacer el ridículo como lo hice ayer en un programa de TV", dijo aludiendo a su participación en Primer Plano, de Chilevisión, donde también rompió en llanto al hablar de la pérdida.
Pero el humor no estuvo ausente. A ratos la picardía de la artista se tomó el escenario y reemplazó a las canciones, como cuando le explicó al público que le costaba más que antes leer sus pancartas porque "con los años las letras se achican", o cuando ante las continuos problemas con su monitor de audio comentó que se le caía de la oreja porque sudaba mucho, y acotó que "hay otros sudores que encantan, ¿verdad?".
Además de hacer un recorrido por su exitosa trayectoria, en todo momento mantuvo un diálogo con su público sin poses, y sin más pretensión que satisfacer a las miles de mujeres que llegaron hasta el recinto santiaguino, a repetirse el show del año pasado o a ovacionar por primera vez a su ídola.