SANTIAGO.- Si el rostro de Diego Muñoz (29) no le es familiar es porque no ve televisión o no va al cine, ya que el actor ha estado en pantalla todo el año. Ha sido parte de "Héroes", la teleserie "Lola", protagonizó "Malta con huevo" y hoy nuevamente estará presente en las salas de cine con el debut comercial de "La vida me mata".
Aunque no ocupa un protagónico, Álvaro, su personaje en la cinta del debutante Sebastián Silva, atraviesa todo la historia. Un innegable gran año en lo profesional, pero que también tuvo su lado menos amable, reconoce el amigo íntimo de Benjamín Vicuña y Gonzalo Valenzuela, por la crisis que gatillo en el área dramática de Canal 13 la salida de Herval Abreu, el primer director de Lola.
"Soy un agradecido, quiero mucho esta profesión. No me interesa comparar otros años, pero (éste) ha sido bien rico (...) Siempre hay cosas negativas, pero las renuncias, las crisis, hay que contemplarlas y mirarlas, porque son finalmente las grandes cosas de las que uno puede sacar cosas en limpio", evalúa el actor.
¿En Canal 13 te tocó ponerse en ese plano?
"Nos pasó, sin duda, con Herval que se fue y que produjo una crisis. Pero la crisis terminó movilizando a un equipo gigantesco de personas. Y con la intensión de postergar los egos y todo en pro de Lola. Pero en medio de una crisis terminamos sacando un teleserie que bordea los 30 puntos o un poco menos. Esto como para ponerte un ejemplo de lo beneficioso que son las crisis y lo bueno que es ponerle ojo en vez de andar pateando piedras y gritando puteadas por la calle".
¿Costó mucho resolver la situación?
"No..., porque pasó esto, que postergamos un poco los egos, las aprehensiones, los gustos y disgustos y las banderas. Eso fue a nivel de productores, actores y técnicos. Herval, de hecho, me escribió cuando salió Lola y me dijo, ‘no sabís lo contento que me pone’ por lo bien que partimos. Y habla bien del equipo, que no se dividió, no se escindió, sino que optamos por sacar todo adelante".
El director, recuerda Muñoz, reunió al equipo y les dijo "‘Ustedes tranquilos, esto es un problema mío. Cada uno a trabajar’. Y en eso quedó".
Pero la salida de Abreu ya es pasado. Hoy debuta comercialmente "La vida me mata", que viene precedida de buenas críticas y donde el actor encarna a Álvaro, un estudiante obsesionado con la muerte. La cinta, calificada como de humor negro, cuenta la relación que se establece entre Gaspar (Gabriel Díaz), un joven apesadumbrado por la muerte de su hermano, y Álvaro (Diego Muñoz), un muchacho en apariencia trastornado.
Tras las buenas críticas, ahora viene una prueba que no es fácil: conquistar al público. ¿Qué expectativas tienes?
"Es cierto que la película viene precedida de muy buenas críticas. El crítico Jonathan Rosenbaum que estuvo en el Festival de cine de Valdivia, dijo que era la mejor película chilena que había visto en su vida. Por otro lado, tienes el debut de un director (Sebastián Silva), que se dedica a mil otras cosas, y está protagoniza un actor que nunca ha estudiado teatro..."
¿Bastará eso con conquistar al público?
"No, en absoluto. Se supone que la gente y el país crece, los sueldos aumentan... Sin embargo, los espectadores en las salas de cine, van bajando año a año. Y una película como Radio Corazón debería haber pasado el millón de espectadores, tratándose del fenómeno que es. Con Malta con huevo esperábamos 70 mil espectadores, pero con suerte pasamos los 45 mil. Y Malta... era una explosión pop en volá. La vida me mata es una película maravillosa que, no sé, yo espero, confiando en el señor, que sean ingredientes suficientes... Por qué el espectador común y corriente va a tener que privarse de esa tremenda experiencia".
En una galería de personajes donde no prima precisamente la cordura, ¿cómo podrías definir el tuyo?
"No hay tanta locura en la película. Pareciera ser que sí, pero es mucho menos de lo que se cree. En ese sentido, es super fácil de seguir y de digerir. Tiene una visualidad especial, un juego con ciertos efectos por aquí y por allá. Pero no son para enloquecer la puesta en escena ni a los personajes. Es hiper-realista y cotidiana. No tiene muchos recovecos más que los propios de los sueños".
¿Qué pasa con Álvaro, que no controla lo que dice?
"Álvaro es un tipo bastante impertinente, que no tiene mucho sentido común, ni mucho tacto. Tiene cierta obsesión con el tema de la muerte, que muestra desde un principio y no cae muy bien en su entrono. Hay un personaje que muere el mismo día de su cumpleaños y en el cementerio, él empieza a cantar cumpleaños feliz. Para mucha gente es una impertinencia atroz. Ese tipo de cosas que definen a Álvaro, son las que terminan rescatando a un deprimidísimo Gaspar (el protagonista de La vida...). Gracias a esto y al llegar y decir esas atrocidades, uno termina agradeciendo que sea así. Termina siendo positivo".