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Hourglass

02 de Noviembre de 2007 | 16:17 |
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El vocalista de Depeche Mode fue forjando poco a poco su individualidad rockera, primero potenciando el indudable carisma que fue capaz de pulir dentro de los márgenes que le dejaban las composiciones de su compañero Martin Gore. Pero a contar del álbum Songs of faith and devotion (1993) —una maravilla de disco, si nos permiten—, Gahan fue una personalidad musical y mediática autónoma, en parte importante por el infierno al que lo llevó la heroína y del que tuvo la rara suerte de salir para contarlo.

Guapo, de dotada garganta y dispuesto a urdir con elocuencia su muerte y resurrección —literalmente: una sobredosis lo dejó clínicamente muerto en un hotel de Los Ángeles—, Gahan tuvo, a partir de fines de los '90, las condiciones ideales para transformarse en un cantautor solista con un universo propio que imponer como nuevo referente pop.

Lo intentó primero hace cuatro años en Paper monsters, e insiste ahora en Hourglass, un disco que, si bien corresponde al de un autor independiente, se hace inevitable presentar como "el proyecto paralelo del vocalista de Depeche Mode". Eso, porque su registro vocal es demasiado característico como para olvidar los hits de su banda, y porque su opción de arreglos es el de la electrónica oscura aunque amable que también ha sido marca del cuarteto del que forma parte.


Pulsos profundos, grooves nocturnos, instrumentación densa: las tres patas de la cama en la cual se recuesta la preciosa voz de barítono de un hombre al que le creemos cuando entona un verso como "No creo en Jesús, pero de todos modos estoy rezando" ("Miracles"), pero del que también se nos hace inevitable extrañar la profundidad misteriosa, pasional casi, que acarrea cada nueva publicación de Depeche Mode, y que vuelve a demostrar que detrás de todo gran vocalista hay, casi siempre, un genio en los arreglos al que no damos el suficiente crédito.

—Cristina Hynde 

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