El brasileño Thiago de Mello, uno de los poetas presentes en el encuentro.
Mario Muñoz R., El Mercurio
SANTIAGO.- Como antaño Rubén Darío dibujó de azul América para bautizar el modernismo, hoy escritores como Ernesto Cardenal, Thiago de Mello o Sergio Ramírez debaten sobre el fin de la oscuridad literaria, como primer paso para clavar plumas entre belleza y sociedad.
Reunidos en un encuentro regional en Santiago, llamado "Chile tiene la palabra: Latinoamérica en el corazón", poetas y narradores coincidieron en la necesidad de "ser los aguafiestas, las voces de todos", como sostuvo el vate cubano Miguel Barnet.
Por ello, fueron a villas miseria a declamar poemas, abrieron puentes entre patrimonio y destrucción con graffiteros y viajaron por el sur del mundo de Borges y Goethe, "para que las palabras vuelvan a iluminar a los hombres", como planteó Thiago de Mello en entrevista con dpa.
El mismo poeta, para destacar la fuerza del arte, recordó que la primera vez que fue encarcelado por la dictadura militar de Brasil, descubrió en los muros de su celda un poema suyo, escrito por otro preso "que encontró esperanza en mis palabras", narra el autor de "Los Estatutos del Hombre".
La paradoja del abismo fue, por tanto, la soberana de un diálogo que anocheció entre copas y fantasmas, invitando a reponer la literatura como un eje de la memoria y la identidad. Como una luz, cierta o errada, entre las sombras de América Latina.
"Es el encuentro más importante de escritores que se realiza en el país en 15 años", sostuvo a dpa el presidente de la Sociedad de Escritores de Chile, Reynaldo Lacámara, quien destacó la vitalidad del contacto humano y creativo del encuentro.
En él, los intelectuales de la región debatieron sobre los dolores heráldicos de una región, en la que la literatura y el arte mantienen viva la historia y la memoria, según Lacámara.
Se trata, sin embargo, de un diálogo diluviano, sin puertos posibles, aunque "hay ciegos que darían la vista por una certeza", ironiza el poeta argentino Jorge Boccanera.
En definitiva, y aunque es una querella irresoluble, las voces se inclinan por acrisolar desde América Latina una lírica y prosa, alejadas del norte críptico por el que viajaron las letras en los últimos años. Un rescate de Dante, Neruda y Borges.
"Hoy las metáforas no se entienden", insiste sobre lo mismo de Mello, coincidiendo con sus pares en que la literatura actualmente está escrita en códices árcanos para estudiosos o con ideas fútiles para ser devoradas por consumidores.
Ante ello, el escritor chileno Hernán Rivera Letelier agrega a dpa que "sin belleza no hay arte", al tiempo de destacar la importancia de que la literatura recoja los mundos particulares de sus creadores, como él hizo con la pampa salitrera chilena.
En el fondo, plantea el crítico y escritor chileno Camilo Marks, está el desafío de que la literatura latinoamericana vuelva "a tomar el mundo por asalto", como sucedió con el "boom", que lideraron Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, entre otros.
En su opinión, pero, existe como obstáculo para ese sueño "un vínculo cada vez más estrecho entre la literatura y el mundo del espectáculo y la entretención", el que banaliza la producción y circulación de las obras.
Como ejemplo, propone la propia evolución de la literatura chilena que en su opinión desde 1996 dejó de hacer aportes sustantivos, aunque destaca que en el último año aparecieron narraciones que abren expectativas, como son las obras de Marcelo Simonetti, José Gai y Jorge Marchant, entre otros.
En una perspectiva latinoamericana, Thiago de Mello lamenta que las nuevas voces latinoamericanas viajen por senderos excluyentes, sin un intercambio profundo de ideas, como el que pretende construir el encuentro que los chilenos desean repetir en dos o tres años.
O como el que recuerda la poetisa salvadoreña Claribel Alegría, al describir su amistad literaria con Roque Dalton, uniendo arte, belleza, ética y sociedad, como ejes de la creación en una tierra que no deja de ser la mirabilia del mundo.
