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La hora del trombón

12 de Noviembre de 2007 | 11:17 |
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Sergio Bravo abordó una obra reorquestada para trombón virtuoso y logró ubicarse a la altura de los requerimientos.

Universidad de Chile

En el llamado Ciclo Joven de la Orquesta Sinfónica de Chile debutaron Lanfranco Marcelletti como director y el trombonista chileno Sergio Bravo. El programa consultó obras de Berlioz, David y Elgar, y ahí se apreció la capacidad como concertador del director Marcelletti, quien con gesto claro y sereno, abordó las variadas obras.

Su desempeño en este primer programa, lo calificamos de prometedor, ya que en general pensamos que a sus enfoques les falta profundidad. Tal vez su juventud le juega en contra.

Esto queda en evidencia en su versión de la obertura “Benvenuto Cellini” de Hector Berlioz, que abrió la jornad. Al resaltar el brillo descuidó los balances, permitiendo fortes excesivos en los bronces y opacando el sonido de cuerdas y maderas. No obstante, a favor señalaremos el adecuado uso de los contrastes dinámicos y la energía que le impregnó.

Luego se escuchó el “Concertino para Trombón y Orquesta” de Ferdinad David, compositor alemán contemporáneo de Mendelssohn y Schumann. La obra escrita originalmente para trombón y piano, fue orquestada por el músico y director chileno David Ayma y dedicada al solista de esta ocasión, Sergio Bravo.

La obra transita desde un clasicismo tardío hasta el pleno romanticismo y es de un lirismo muy acusado, destacándose ahí la hermosa “Marcha fúnebre”, que es su movimiento central. La orquestación de Ayma traduce muy bien el estilo y acentúa las diferencias de timbre con el trombón.

El instrumento solista tiene importantes dificultades de interpretación y la obra original fue escrita para un virtuoso. En este caso el desempeño de Sergio Bravo es destacable. El trombonista abordó el desafío en forma casi perfecta, ya que algunos agudos y articulaciones fueron problemáticas. Pero triunfó por su musicalidad.

El acompañamiento de  Marcelletti fue cuidadoso en balances y en la mantención de los pulsos para evitar algunos atrasos. El público y la orquesta reconocieron el profesional trabajo de Bravo y del director con largos aplausos.

La memoria y el enigma

Las “Variaciones Enigma” de Sir Edward Elgar, es una obra que reviste serios desafíos en cuanto a la interpretación, por la variedad de estados que muestra en sus catorce partes.

Si bien Marcelletti dirigió de memoria, lo que ya indica un conocimiento acabado de la obra, pensamos que a su versión le faltó profundidad. A pesar de lo bien fraseada y los interesantes diálogos en varias de ellas, creemos que el factor unitario no estuvo siempre presente.

Los mayores logros los observamos en el lirismo de la primera variación, en contraste con la levedad de la segunda, la sonoridad de las cuerdas al inicio de la octava, y la posterior suma de las maderas y bronces, de enorme expresividad gracias al manejo dinámico.

El estupendo solo de viola y oboe, con las figuraciones de la orquesta en la variación novena. También el tema fugado en las cuerdas de la décima, el solo de clarinete en la duodécima y el brillante final. La orquesta respondió a todas las indicaciones del director con un sonido muy hermoso,  en una demostración de gran profesionalismo.
Creemos que este concierto sirvió para apreciar la potencialidad de Marcelletti, quien no mostró la totalidad de sus condiciones.

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