MIAMI.- “Vivir es un placer” para Sara Montiel, y no es para menos. Durante cerca de seis décadas la leyenda española cautivó con su talento y belleza a públicos del teatro y el cine en todo el mundo, desde Europa hasta América y Asia.
Ahora que ya se ha retirado de la vida artística disfruta tanto de sus dos hijos adoptivos que ya que no tiene “nada para pedirle a Dios”. Además, se confiesa enamorada.
Se siente tan bien que hasta superó lo que considera el peor error de su vida: haberse casado con el joven cubano Tony Hernández, de quien se separó 10 días después de su boda, hace cinco años.
Ese fue “el único error de verdad que cometí ... fue un error catastrófico. De ese sí que me arrepiento”, admitió Montiel, cuyo verdadero nombre es María Antonia Abad Fernández, en una entrevista reciente con "The Associated Press" en su casa en Miami, donde se encontraba para recibir un homenaje por los 50 años de su exitoso filme “El último Cuplé”.
“Pero tampoco es un problema para mí”, añadió la artista, ataviada con una camisola negra de pronunciado escote que dejaba entrever su busto. “Ya no sé si existe o deja de existir. Me da igual”.
Después de ese traspié, la actriz y cantante de 79 años siguió con su vida y ahora tiene un nuevo amor en el norte de Africa, aunque no especificó quién, dónde, desde cuándo, edad, profesión u oficio. Sólo indicó que se trata de un hombre divorciado.
“Nos vimos y nos enamoramos”, relató Montiel, quien es quien viaja a visitarlo. “No hay nada como estar enamorado”, añadió la estrella de filmes como “La reina de Chantecler”, casada en cuatro oportunidades y que además mantuvo numerosas relaciones amorosas. “Cuando no estás enamorada te falta algo”.
Con su hablar pausado y seguro, Montiel aseguró que “nunca, nunca, nunca” imaginó que llegaría a ser una diva, que protagonizaría la película más taquillera de la historia del cine español (“El último cuplé”), que llegaría a Hollywood y actuaría con galanes como Agustín Lara, Arturo de Córdova, Pedro Infante, Gary Cooper y Burt Lancaster, entre otros.
Desde los cinco años, cuando comenzó a ir al cine con sus padres, su “sueño más grande” era llegar a ser artista, “pero no pensaba en el triunfo ... pensaba siempre en que tenía que hacer cine, cantar y ser alguien”, dijo ataviada con una camisola negra de pronunciado escote que dejaba entrever su busto.
Tal vez por eso tenía en mente que quería ser una actriz como Ingrid Bergman, y una cantante como Edith Piaf.
Pero cuando se estrenó “El último cuplé” y vio a los espectadores en el cine sacando sus pañuelos para secarse las lágrimas, se dio cuenta de que “había llegado a lo que quería llegar: a mover las masas, a mover el público”.
Luego llegó otro éxito, “La violetera”, que le permitió confirmar que estaba en el camino correcto.
“Ya ahí me destapé, comprendí que había nacido para el cine y había cumplido mi meta, que era conmover y atrapar al público”, dijo.
Relajada tras decirle con voz firme al fotógrafo cómo quería que le tomara las fotos, con qué luz y desde qué altura, le contó a la AP que cuando apenas tenía 23 años se dio el lujo de decirle no a la compañía de cine Columbia, la primera de Hollywood que le hizo una oferta.
“Rita Hayworth ya estaba en su decadencia y me querían a mí en su lugar porque yo cantaba, bailaba y por la cara que tenía”, explicó Montiel recordando lo que sucedió en 1951, siete años después de su debut en el cine con un pequeño papel en la cinta “Te quiero para mí”.
“Quisieron ponerme en su reemplazo, pero me ataban de pies a manos”, dijo en referencia a un contrato de siete años que le obligaban a firmar y que incluía cláusulas según las cuales no podría viajar, casarse ni tener hijos.
Su larga carrera, que terminó como cantante de teatro de revistas hace apenas cuatro años, implicó sacrificios en el plano personal, además del arduo trabajo profesional.
“Soy consciente de que todos me dicen diva, pero soy una mujer trabajadora, he hecho todo trabajando lo mejor posible”.
Para alcanzar al éxito “dejas muchas cosas, dejas el amor personal”, se lamentó. “El amor de mujer a veces no funcionaba bien en mi carrera, entonces tenía que dejar un amor por otro amor, que era el cine”.
“Mi vida artística era muy poderosa, más que la personal”, dijo. Entre las cosas que le quedaron pendientes en el plano artístico, le hubiese gustado que le ofrecieran hacer una película sobre la vida de Catalina II de Rusia y “hacer un cine con argumentos más fuertes, que el escritor no hubiera estado tan oprimido por la censura” impuesta durante los años del régimen del general Francisco Franco en España.
Si bien tuvo la posibilidad de elegir a los directores y protagonistas masculinos de sus películas, a veces no consiguió lo que buscaba. Así, se quedó con ganas de que Roger Moore la acompañara en “Bella Lola”, porque según Montiel el actor estaba comprometido para una serie televisiva en Inglaterra.
En lo personal, “el balance ha sido positivo”, asegura. Y no tiene nada pendiente desde que adoptó de bebés a su hija Thais, ahora de 28 años, y su hijo Zeus, de 22 años, próximo a debutar como cantante.
“Ya no puedo pedirle más nada a Dios”, concluye Montiel. “Tengo mis dos hijos viviendo conmigo, que no se quieren ir de la casa”.