Toca esa música funky, niño blanco: Luke Jenner, cantante y guitarrista de The Rapture, en su debut en Chile
Foto: Carlos Muller / Zona.clThe Rapture terminó de descubrir el pulso exacto en el que saltar proporciona el mismo placer y significa lo mismo que bailar. No pasa un segundo desde que aparecen en el escenario del capitalino Teatro Caupolicán y un resorte automático se activa bajo cada zapatilla presente en la platea del teatro en un efecto de baile inmediato. "Down for so long" se llama esa canción, y es un espléndido comienzo, pero también es tal como dice en su primer verso: "The best is yet to come", porque lo mejor está por venir.
The Rapture, el grupo de la oleada neoyorquina de hace cuatro años que mejor emparentó el rock con la pista bailable, parte rápido quemando sus buenos cartuchos en su debut en Chile, porque la canción siguiente es su hit de la temporada, "Get myself into it" y su sonido de saxo irresistible. Encarado por las dos voces chillonas y casi idénticas del guitarrista Luke Jenner y el bajista Matt Safer, el sonido se inclina hacia el rock por la estridencia de la guitarra, pero el bajista toca funk todo el tiempo y el baterista usa el doble platillo exactamente como en la Era Disco, lo que deja al teatro hecho una discoteca.
Hombres blancos deslumbrados con la fiebre negra: el descubrimiento siempre ha sido irresistible, en el rock and roll, el rock a secas o el rap, pero también en Duran Duran cuando aprendieron a tocar como Chic o en Blondie cuando aprendieron de la música disco, y no por nada la canción más disco de Blondie se llama "Rapture". Pasado el primer acceso de fiebre, y aunque el resultado sea menos efectista, The Rapture se reduce por un rato a lo esencial: tocan un par de canciones en un solo tono, o un momento sin tono alguno, porque lo que importa es bailar y para eso basta una batería + un cencerro. O 2 cencerros. Uno en la batería de Vito Roccoforte y otro en manos del saxofonista y tecladista Gabriel Andruzzi en la canción "House of jelalous lovers".
Ese momento trae de vuelta el sonido más oscuro que este grupo acuñó en su primer disco, Echoes (2003), con los productores The DFA y en paralelo a LCD Soundsystem. Una bomba bailable. Aunque es el disco nuevo, Pieces of the people we love (2006), el que impera en el concierto, el grupo se empieza a despedir con otra canción de 2003, "Olio" y su aire a The Cure. Ahí Jenner canta ya sin guitarra, con manos libres para tirarse a surfear por unos segudos sobre el público mientras suena una base programada. Y después son Andruzzi y Viccoforte quienes se quedan en escena, como un dúo electrónico. Desde el rock a la pista de baile, la transición está completada. Entre el público hay mohicanos haciéndose pedazos unos a otros como en un concierto punk, pero también está el cantante de la banda funk Papanegro haciéndose pedazos junto con ellos. Funk y punky.
Las canciones
Mayoría de su disco Pieces of the people we love (2006), selecciones de Echoes (2003) y una canción de su EP Out of the races and onto the tracks (2001): éste fue el repertorio de The Rapture en Chile.
Down for so long (2006).
Get myself into it (2006).
Sister savious (2003).
The devil (2006).
Pieces of people we love (2006).
Out of the races and onto the tracks (2001).
Killing (2003).
Whoo! alright - yeah uh huh (2006).
House of jealous lovers (2003).
The coming of spring (2003).
Echoes (2003).
The sound (2006).
(bis)
Don gon do it (2006).
Fist gear (2006).
Olio (2003).