Es posible al menos conjeturar sobre en qué lugar se alinearía Ismael Serrano en la contienda hispano-americana en que se ha transformado el incidente del real "Por qué no te callas" tras la reciente XVII Cumbre Iberoamericana Chile 2007. Por lo pronto su amigo Miguel Bosé ya se cuadró de lleno con los Borbones, y Serrano es el tipo de cantante que al menos podría pronunciarse al respecto. Tras ocho discos grabados como autor consagrado al contenido social, en éste de hecho hay canciones dedicadas por un español como él a América Latina, entre "Zamba del regreso", a dúo con Mercedes Sosa en versos sobre ir de un lugar a otro como "Todos saben que las aves migratorias / siempre encuentran el camino de regreso", y la "Nana para un niño indígena", que habla de "la esperanza que sueñan los pueblos / originarios".
Pero si ésos son sus temas, ya hace tiempo que Serrano superó la fase de cantante con pura guitarra acústica. Aquí "Casandra" casi parece un foxtrot contemporáneo con piano, y la raigambre del trovador se escucha en "Si se callase el ruido", "Te conocí" o "Amores imposibles", pero sólo antes de que entren pianos, cuerdas y orquestas. Todo está al servicio de unas letras bien intencionadas y revestidas de cultura general, en este caso alusivas a la mitología y la filosofía clásicas. La profetisa troyana Casandra protagoniza una de estas canciones, Afrodita aparece borracha en otra y el título del álbum es una cita a la frase "La esperanza es el sueño del hombre despierto", atribuida a Aristóteles.
Pero al mismo tiempo Ismael Serrano es fiel a otro de los rasgos del cantautor modelo y escribe sobre las cosas simples de la vida, con un tono que ya es propio aunque todavía tiene que ver por un lado con Serrat y por el otro con Silvio Rodríguez. El mismo hombre que en "Vengo del norte" cantó hace unos años sobre el barrio Bellavista en Santiago, canta ahora a otras cotidianeidades en "Canción de amor y oficina", "Canción para un viejo amigo" o en la bossa nova de "Sesión continua", que se trata del cine rotativo y habla de "las primeras cicatrices que el amor tatuó en mi piel". Al otro extremo, lejano, está su canción "Habitantes de Alfa-Centauro encuentran la sonda Voyager", donde Serrano fantasea sobre cómo sería recibida una nave terrícola por supuestos habitantes interestelares. "No estamos solos en este maldito universo / en la sonda encontramos bellas canciones de amor, imágenes, sones extraños de un remoto mundo mejor", dirían nuestros hermanos del espacio exterior. Ismael Serrano canta sobre un mundo mejor, y esto va más allá de Chávez o el Rey en realidad. La unidad iberoamericana, si algo así es posible, le queda chica. La unidad intergaláctica es la cosa.