Una imagen del documental ''4 de julio'', que reabre el debate sobre el asesinato de sacerdotes palotinos.
Mar del Plata Film Fest
HUELVA.- El 4 de julio de 1976, meses después del golpe militar de Videla, tres sacerdotes y dos seminaristas de la congregación palotina fueron brutalmente asesinados en la iglesia de San Patricio, en el barrio de Belgrano en Buenos Aires.
Pese a que los indicios apuntaban claramente a la autoría de un grupo paramilitar ligado al gobierno, el silencio de la jerarquía eclesiástica y una dudosa actuación de la justicia hicieron que nunca se hallara a los culpables. Treinta años más tarde, el documental "4 de julio" reabre el debate.
La cinta, que se proyecta en una selección oficial de documentales del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, llega en un momento en el que el cine argentino se ha propuesto plantar cara al pasado de la república. "Madres", "Un claro día de justicia" o "7746 Legajo" son sólo algunos de los títulos que meten el dedo en la llaga de la dictadura militar de los 70.
Con la llegada de la democracia y la Ley del Perdón, en Argentina "todo quedó muerto", señala Juan Pablo Young, que junto con Pablo Hernán Zubizarreta dirigió "4 de julio". "Da bronca que se ponga en primer plano la reconciliación, en detrimento de la verdad", añade Zubizarreta. "Sin verdad, sin justicia y sin arrepentimiento no puede haber perdón posible".
Estos dos jóvenes directores, vecinos del barrio donde sucedió la masacre, han dedicado seis años a investigar el crimen con la intención "de volver a hablar de la discusión que quedó trunca en los 70", de reabrir el debate sobre la "compleja relación entre poder religioso, poder político y poder económico", explica Young.
Los sacerdotes Alfredo Leaden, Alfredo Kelly y Pedro Duffau y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti habían iniciado un movimiento de renovación dentro de la Iglesia que promovía el acercamiento a los más pobres, en consonancia con la teología de la liberación. Los mataron porque "tuvieron el coraje y la valentía de mostrar las injusticias de los gobiernos", sostiene Young.
Tras la masacre, aquel incipiente movimiento se paralizó. "Tuvimos miedo", responden los compañeros de los fallecidos. Y muchos de ellos acabaron colgando los hábitos. En Argentina, a la Iglesia le da "urticaria" oír hablar de la teología de la liberación, señalan los directores. Paradójicamente, el Vaticano está tramitando la beatificación de los cinco palotinos.
La mañana del 4 de julio de 1976, el organista de la parroquia encontró los cuerpos de los religiosos en medio de un gran charco de sangre. Los asesinos habían escrito con tiza "Por los camaradas dinamitados en Seguridad Federal. Venceremos. Viva la Patria" y "Estos zurdos murieron por ser adoctrinadores de mentes vírgenes y son M.S.T.M (Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo)".
Sin embargo, pese a que ambos mensajes apuntaban claramente a la pista militar, las primeras investigaciones oficiales señalaron como culpables a "elementos subversivos". "Lo que hizo el juez fue tratar de no encontrar la verdad", señala Young. La causa fue reabierta en 1984, pero quedó sobreseída porque el juez consideró que los delitos de los dos únicos policías procesados habían prescrito.
Entre tanto, el caso se ha convertido también en la primera causa argentina sobre la libertad de expresión que llega a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. El periodista Eduardo Kimel, autor del libro "La masacre de San Patricio", fue condenado por la Justicia argentina por haber criticado la actuación de los jueces que dirigieron la investigación. "El único condenado fue el único que contó la verdad", sostienen los directores del documental.
"4 de julio" recibió el Premio Especial SIGNIS en el pasado Festival de Mar del Plata y su estreno se realizará en Buenos Aires en marzo de 2008.