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De chilena

02 de Diciembre de 2007 | 23:26 |

Cuando presentaron este trabajo en el capitalino Galpón Víctor Jara en octubre pasado, Los Trukeros avanzaron un paso en el escenario de la cueca, relacionado justo con el dominio escénico que han ganado en sus diez años. De chilena, su tercer disco después de Cuecas bravas (2003) y De visita (2005), es al mismo tiempo el soporte y el registro de ese espectáculo. Es un disco en vivo en el sentido más genuino: la gente que se oye aquí está en una fiesta más que en un show porque esto no fue grabado en un estudio y ni siquiera en un teatro, sino en un local de barrio en San Diego. No hay escenario. Todo es cancha.

Es una hora de fiesta y con cada Trukero en su rol. Despuntan Rodrigo Miranda y Pablo Guzmán en el canto y las guitarras y el bajista Max Cárcamo también en las voces. Inti González cambia de teclados entre piano y acordeón y pone en juego un aire flamenco inicial, su instante tanguero arrabalero o un vals de los que cantan las abuelas. Carmen López llena de gracia es la anfitriona en la voz y en la animación fiel a su formación de actriz, y Pavel Aguayo arma el mejor personaje desde el primer recitado hasta el manifiesto final sobre la cueca que todos Los Trukeros suscriben a coro: "¡La defiendo hasta la muerte!".

En su tercer disco el grupo se entrega de lleno a las raíces, en cuecas y versos de la Lira Popular como "El buen zapatero" o en otras como "La negrita con su llanto", tomadas del voluminoso libro Cancionero de la cueca chilena (2004) que compiló el estudioso Santiago Figueroa Torres. Los temas de estas canciones son mútliples: unas son de oficios, dedicadas a mineros y zapateros; otras son carcelarias, con una bonita melodía de la tradición, otras son páginas de época como las crónicas de perrera que se oyen en dos cuecas recogidas por Antonio Acevedo Hernández.

Más atrás se remonta el grupo con "La chaya" y otro par de cuecas chinganeras de Juan Bautista Peralta, uno de los legendarios payadores chilenos de hace dos siglos. También está "Fue famosa la chingana", tomada de Chilena o cueca tradicional (1994), la biblia que escribieron Samuel Claro y Fernando González Marabolí, que trae de vuelta al puente Cal y Canto, donde la Peta Basaure remolía con canto. Y está el mandamiento inmemorial de morir en la rueda que se oye en "Yo nunca me voy de lengua", con una melodía tradicional que es la misma que usaba a menudo Roberto Parra, junto a la cueca "Chapeao a la antigua". Cueca chapada a la antigua.

"Un par de tijeras de oro / yo me quisiera comprar / para cortarte las alas / cuando te quieras volar", dice Carmen López, que después remata con "Vuela, no más, pajarito… pero por las teclas", y sin respiro Los Trukeros atacan con "Dijiste que me querías" y la muletilla de zamba, china y chola que le gustaba a Nano Núñez. Así es el ritmo vertiginoso de este disco, como esos viejos long play de Los Pulentos de la Cueca o las Cuecas con escándalo, donde los cantores conversan entre ellos. Aquí se multiplica el efecto, con todos los Trukeros en escena y trenzados en diálogos y personajes chispeantes, como cuando a partir del cajón de René Alfaro todo el grupo arma una cueca a capela con panderos, platos y tañadores.

Ésa se llama "Los moscas", que es cueca de basureros, tal como "Noche de pooles" es cueca de salón, pero de salón de pool, con taco, buchaca y masé, y tal como "Allá en Talca" nace a partir de la propia experiencia viajera de Los Trukeros. Ésas son composiciones originales, de Miranda, Guzmán o González, y el grupo también aplica melodía propia a "La esquela", de Hernán Núñez Oyarce, que sólo este año ha sido grabada con distintas entonaciones por Los Trukeros y los 3 X 7 Veintiuna. Y si se trata de Nano Núñez, de nuevo es Carmen López la que llama al homenaje. Pero no pide un minuto de silencio. "Pido un minuto de bulla / pa' ese viejo chilenero / que supo hacer de las suyas", dice, y embarca al grupo en "Tieso' e mecha eran los taitas", que es todo el mapa del barrio Ecuador de hace un siglo. Eso tienen Los Trukeros, que cuando se prenden no paran. Empezaron por instinto hace diez años en las cuecas. Ahora ya se las saben por libro.

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