Miles Davis, el músico y su inseparable trompeta marcaron historia aquel 4 de diciembre de 1957.
Archivo El Mercurio
SANTIAGO.- Fue una noche inolvidable que se transformó en leyenda. Miles Davis, su trompeta y cuatro músicos, una pantalla grande, champaña, Jeanne Moreau y Louis Malle. Todos reunidos en una sala parisina para darle color y nostalgia a la que se transformaría en una de las bandas sonoras más atípicas del cine: "Ascensor para un cadalso" ("Ascenseur pour l'échafaud", 1958).
Malle tenía apenas 24 años y había trabajado como camarógrafo en algunos documentales de Jacques Cousteau, cuando se embarcó en la que sería su elogiada ópera prima, una cinta cuyo guión él mismo escribió -junto a Roger Nimier- basándose en la novela de Noël Calef.
Pese a su corta edad, Malle logró reclutar para el largometraje a una de las actrices más cotizadas el momento, Jeanne Moreau, centro de focos y luminarias, y con quien luego tendría un romance pese a sus diferencias de edad (ella tenía 29). Malle optó por filmarla con luz natural y sin maquillaje, algo inconcebible para algunos, al punto que algunos técnicos de laboratorio se negaban a revelar el film por lo "poco encantadora" que la bella actriz era retratada. Finalmente accedieron, despejando el camino para una de las actuaciones más impresionantes de Moreau.
Una vez terminada la filmación en blanco y negro, llegó el momento de darle color a través de la música y Malle no apuntó bajo. Aprovechando la visita de Miles Davis a París, lo esperó en el aeropuerto y logró convencerlo de que se aventurara a elaborar la banda musical de la cinta, un desafío inédito para Davis.
El destacado músico estaba en uno de los puntos más altos de su carrera tras haber grabado con John Coltrane en 1956 y su popularidad en Europa era avasalladora. Su viaje a París era una respuesta a un público que lo demandaba, para lo cual se acompañó de un connotado cuarteto de músicos principalmente local: los franceses Barney Wilen (saxo tenor), René Urtreger (piano), Pierre Michelot (contrabajo) y el estadounidense Kenny Clarke (batería).
La noche que cambió todo
La madrugada del 4 de diciembre de 1957, la magia de Davis resonó en una sala de grabación en la capital francesa. Acompañado por los mismos músicos de su gira, tomó su trompeta e improvisó sin interrupciones frente a una pantalla de fondo desde las 23:00 horas a las 05:00. Las únicas detenciones eran para compartir champaña con Malle y Moreau, los testigos de la mítica sesión.
Nadie jamás hubiese pensado que un trabajo tan elaborado como construir una banda sonora, pudiese ser una mera improvisación. Pero Davis cambió las reglas no sólo en términos de música para cine, sino que también para lo que seguiría en su carrera en el mundo del jazz.
Davis sugería apenas un par de acordes a sus músicos y, alejado del virtuosismo, se limitaba a un mínimo de notas con su trompeta para expresar la melancolía y el drama de dos amantes que durante toda la película no logran encontrarse. A partir de esa experiencia, Davis logró encontrar rumbos alternativos a las tendencias que predominaban en la escena, como el bebop y el cool.
Así comenzaba a explorar en lo que se transformaría en el jazz modal, con algunos discos icónicos como Milestones y Kind of Blue. Fue una noche en la que no sólo Davis desafío la música de cine "tradicional", sino que descubrió las ilimitadas posibilidades de llegar a una sala de grabación sin partituras ni ideas preconcebidas. La tónica que marcó la última época de una de las figuras más relevantes de la historia del jazz.
Para escuchar
En octubre de 1990 fue editada en CD la grabación completa de la música de Davis para la película, que incluyó no sólo una transferencia de todas las pistas del LP original, sino que además 19 minutos adicionales de tomas alternativas.
Una de las razones por las que la música de Davis para esta película no ha sobresalido como otros de sus discos, es que muchos críticos estiman que es difícil apreciarla fuera del contexto de las imágenes. Aún así, su valor histórico es incuestionable. |
Ascenseur pour l'echafaud (Fontana, 1990 / 68 min.)
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